La semana pasada abordaba un interesante tema con mis alumnos a propósito de la tecnología que invade todos los ámbitos de nuestra vida. Hicimos un trabajo cooperativo donde los alumnos concluían que ya no es posible vivir sin el móvil, el whatsapp, las redes sociales y muchos otros elementos cibernéticos. Es verdad que ellos han nacido en un espacio digital pero también es cierto que el uso se extiende a cualquier edad y condición social. Nos gustó el trabajo de la ciberantropóloga Amber Case que afirma que la “Tecnología nos está esclavizando” y propone volver a los objetos que duran (vivimos la cultura del instante, del cambio continuo); buscar espacios de reflexión y la “Tecnología calmada”. Hemos de fijarnos en la historia (y no únicamente en el momento presente que enseguida es pasado por la velocidad de vértigo que nos arrastra anulando pensamientos y sentimientos) para recordar quiénes somos y conectar con nosotros mismos. Porque, queridos amigos de Almería en el Tiempo, somos seres humanos y no simples números ni máquinas. Parece que llegará el momento en que la comunicación rostro a rostro desparezca por completo para desembocar en ese mundo de la red donde se tienen miles de amigos superficiales que, al final, nos aíslan e incomunican. En nuestro Centro educativo practicamos la Pedagogía de la Presencia mirando a los ojos a alumnos, padres…No es suficiente con la comunicación a distancia. Los chicos piensan que estamos dejando en manos de la tecnología demasiadas cosas importantes: la capacidad de memorizar, de recordar, de comunicarnos, de empatizar. Incluso otros alumnos creen que no hay un momento de tregua con los mensajes móvil y pararse a dialogar sin que suene o estemos escribiendo mensajes se convierte en una excepción. “La naturaleza es la mejor diseñadora, tenemos que volver a inspirarnos en ella para vivir”. Como viene a decir Case: Cuando me levanto por la mañana debo preguntarme si me dedico tiempo, si puedo meditar, dibujar, escribir sin interrupción, con calma. Pero el caso es que mi día a día está tomado por las notificaciones del teléfono, del ordenador. El móvil no puede ser mi amo y, por ello, tengo que ser capaz de silenciar el teléfono y desactivar las notificaciones. Soy yo quien decide. Es evidente que nuestra mente sufre con la conexión constante. En palabras de Amber Case: “La Tecnología nos está fundiendo el cerebro”. Esto no significa que la Tecnología no sea útil pero lo que no puede es hacernos perder la libertad porque va en detrimento de nuestra razón de ser, como diría Descartes: “Pienso, luego existo.”
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