El PP, o más bien Rajoy, ha iniciado una abierta campaña contra Ciudadanos, el socio que, por ahora, le permite seguir en el poder, al que tacha de “desleal”, “frívolo” y otras cuantas lindezas parecidas. Hay una batalla clara en Cataluña, donde el partido de Rivera y Arrimadas no quiere ceder un diputado para que los populares tengan grupo parlamentario, pero también en el resto de España, donde el PP también se debilita y Ciudadanos toma aire. Es complicado pensar que el PP puede gobernar lo que queda de legislatura, incluida la aprobación de los Presupuestos para 2018, sin un diálogo fluido, permanente y positivo con Ciudadanos, al margen de que necesita el apoyo del PNV que no es gratis. Pero la pregunta es otra: ¿puede Rajoy seguir encabezando el proyecto de partido y de país ante las próximas elecciones sin un cambio sustancial de sus planteamientos, de sus cuadros y un enganche real con sus potenciales votantes, a punto de abandonarle? Sus errores en la gestión de la crisis catalana y su falta de autocrítica en asuntos tan graves como la corrupción que cada vez cerca más sus filas, auguran un mal pronóstico para el PP y para su actual presidente.
Aunque dos años son muchos para hablar de candidatos y de resultados, la imposibilidad de alcanzar los pactos de Estado necesarios para relanzar España y permitir una democracia eficiente, junto a la desmovilización de la izquierda, lastrada por dos líderes manifiestamente mejorables, la fortaleza de los independentistas en Cataluña y de los nacionalistas en el País Vasco, van a mantener un escenario altamente inestable que desgasta aún más al Gobierno y que, por el contrario, da alas al partido de Rivera.
El líder de Ciudadanos, además de conseguir robar votantes al PP con una oferta moderna, atractiva, joven e ilusionante, está tratando de reforzar su posición de centro, lo que no le impide la firmeza en algunas posiciones como ha demostrado en Cataluña y como demandan también no sólo muchos votantes populares sino también algunos socialistas, hartos de los errores y la falta de claridad del PSC en Cataluña. Felipe González decía hace unos días que “hace mucho tiempo que no hablo con Pedro Sánchez, lo cual no quiere decir que no esté dispuesto a hacerlo.
Si Pedro Sánchez quiere hablar conmigo, es obvio que hablaré con él. Y creo que eso va a ocurrir”, para señalar a continuación que quien le llama de vez en cuando “es Albert Rivera”. No es ningún secreto que el ex presidente Aznar ha hecho varios guiños a Rivera y a Ciudadanos al mismo tiempo que reiteraba su desencuentro con Rajoy. ¿Se imaginan ustedes una foto de Rivera con González y Aznar en esa guerra por reconquistar el centro?
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