Acordémonos del lucro cesante

Solemos abordar el incumplimiento de plazos en los proyectos de infraestructuras destinados a Almería desde el punto de vista político, casi siempre desde el parapeto del “y vosotros más” que tan improductivo resulta. Por ejemplo, acabamos de ver a una serie de cargos del PSOE posando ante la Estación con la misma cara de Buster Keaton en “El maquinista de la general”, diciendo que el Gobierno del PP castiga a Almería y que ya está bien de semejante atropello. O algo así. También veíamos no hace mucho a los parlamentarios del PP posando en las instalaciones de Torrecárdenas que les permitieron visitar, hablando de la sobrecarga y saturación de los servicios sanitarios en Almería. ¿Cuál es la diferencia? Pues que mientras que hasta los populares coinciden en que los trenes de Almería son una birria, en el PSOE no se quitan la anteojera ni para ir al baño y aseguran que todo es sensacional. Pues bien, a colación de este enfoque atrincherado, leía hace poco la entrevista de la subdirectora de LA VOZ, Antonia S. Villanueva, con el empresario hotelero José María Rosell, quien enfocaba el tema desde la practicidad de lo contante y lo sonante: “Almería ha perdido turismo por el retraso de la autovía a Málaga”, decía. He aquí -pensé- el modo correcto de abordar la falta de cumplimiento administrativo. Por ejemplo, ¿cuántas vidas se están perdiendo por la falta de medios en Torrecárdenas? La pregunta es dura, pero es el mejor modo de afrontar la denuncia de las evidentes carencias del sistema sanitario público en Almería. ¿Cuánto dinero perdió Almería en exportaciones hortofrutícolas por culpa de la década de retraso con la que se terminó la A-92? ¿Cómo estaría el centro histórico de Almería si Ayuntamiento y Plaza Vieja hubieran estado restaurados en el año 2005, tal como se prometió? Frente al fuego cruzado de las siglas, el análisis del lucro cesante debería ser el modo de abordar el daño y la pérdida de legítimas ganancias que provoca el incumplimiento sistemático de plazos