Pesadilla Puigdemont

Antonio Casado
01:00 • 30 ene. 2018

A la hora de escribir este comentario sabemos de la renuncia al acta de tres de los diputados electos que acompañan a Puigdemont en el burladero belga, pero sin señales de que este quiera ponerse a disposición del juez Llarena. Tal vez sopese la posibilidad real de que, llegada la hora de acudir a la investidura, el juez le negase el consabido permiso judicial para reclamarla de forma presencial en Parlament. Mientras tanto, lo que están sopesando el bloque independentista lo que han de hacer si viene. Y lo que harían si no viene. Lo cual da para hacer quinielas sobre sus preferencias.
Veamos: Si el conocido portavoz de ERC en el Congreso, Joan Tardá, es sincero cuando le sugiere a Puigdemont que debería sacrificarse por la causa, estaríamos en el buen camino. Tampoco sería el primero, porque nadie es imprescindible. Pero, en todo caso, es una pista sobre las discrepancias internas en el bloque separatista sobre el ex president y su candidatura.
Esas declaraciones las hacía Tardá cuando ya había decidido el Tribunal Constitucional la suspensión de un pleno de investidura con mando a distancia o por persona interpuesta. Es decir, cuando ya sabíamos que si Puigdemont quiere dirigirse a la Cámara para solicitar su confianza ha de ser en carne mortal.
Como es poco creíble que el expresident quiera ir a la cárcel antes de intentarlo presencialmente, Tardá y otros dirigentes de ERC ya piensan seriamente en buscarse un candidato alternativo. Que no tenga cuentas pendientes con la justicia como Puigdemont, sobre el que pesa una orden de busca y captura en territorio nacional. No sería la primera vez y tampoco sería tan difícil de argumentar entre los propios separatistas. Si nombraron president a otro, para quitar a Artur Mas, por acatar las decisiones de la CUP, ¿no iban a hacer lo mismo con el candidato a la investidura por acatar las decisiones del Tribunal Constitucional?
Por otra parte, recordemos que el presidente de la Mesa, Roger Torrent, también en ERC, partido que se disputa con el PDdeCat la hegemonía del independentismo, habló en su toma de posesión de "restablecer el autogobierno", no de avanzar hacia la república independiente de Cataluña. Asimismo, el líder, Oriol Junqueras, reclamó desde la cárcel de Estremera la excarcelación para ejercer de diputado porque la participación en debates y votaciones ha de hacerse siempre presencialmente (recado a su competidor). Unos y otros dirigentes, en fin, han coincidido en la necesidad de ponerse a gobernar, dejar atrás el 155 y evitar la repetición de las elecciones. A esas señales me remito para sospechar que buena parte del separatismo celebra que el Gobierno, el TC y el juez Llarena le estén haciendo el trabajo de frenar ese narcisismo de Puigdemont que puede volver a meter a Cataluña en el agujero negro de la incertidumbre y la ingobernabilidad.







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