No ganamos para disgustos. El pasado 16 de enero concluía el plazo de presentación de ofertas para las obras de soterramiento de las vías a su paso por El Puche, presentándose un total de 28 empresas al concurso para su realización. La Mesa del Ferrocarril del PSOE, en el umbral del soponcio, clamaba asegurando que todavía se está a tiempo de paralizar esas obras, que van a obligar a desviar los trenes a Huércal mientras duren y que seguramente van a causar más molestias que cuando no había previsto hacer obras, lo que también era objeto de sus críticas. Y aún no repuestos del disgusto, otra noticia venía a ensombrecer el panorama ferroviario almeriense: el Ministerio de Fomento acaba de anunciar -y encima en plazo- un nuevo trámite para la conexión de Almería por alta velocidad con Murcia: se van a expropiar 535 fincas para el AVE entre Vera y Pulpí. Y aunque a la hora de redactar estas líneas no tengo conocimiento de ello, imagino que desde el mobiliario auxiliar del PSOE se estará preparando la indignada respuesta ante este gesto avasallador del Ejecutivo. ¿Hay algo más inhumano que una expropiación? No se puede quitar su tierra así como así a la gente y hay que mirar si esas expropiaciones son un trágala del voraz e inclemente gobierno. Y voy más lejos. Hay que evitar por todos los medios el eventual e irreparable daño sobre el solar por el que civilizaciones pretéritas dejaron testimonio de su paso por Almería. ¿Nos estaremos cargando los cimientos de alguna valiosa obra califal? Pero no se detiene ahí mi angustia. Puede que alguna de esas fincas sea el hábitat de alguna especie endémica del sureste ibérico. Quién sabe si esos terrenos reúnen las condiciones para que en ellos resida y se perpetúe algún algún ignoto bicho-bola. Como ven, hay motivos para la esperanza: aún estamos a tiempo de parar esas expropiaciones.
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