A esta hora de hoy no sabemos si su voz habrá llegado de nuevo, como el muecín de la esperanza, al servicio de Salvamento Marítimo para dar a conocer todos los aspectos que puedan ayudar a salvar la vida de uno, dos..o cientos de migrantes antes de que el agua del Mediterráneo o del Alántico engulla como un grano de arroz o de trigo el cuerpo de los desesperados hijos de la injusticia africana.¿ Cuántos son, de dónde vienen, cuándo han partido, hay niños y mujeres en la expedición, hacia dónde van…?.Es el interrogatorio que por desgracia su voz hace con demasiada frecuencia, cada vez que ella recibe en su móvil el aviso de los migrantes que se ven en apuros cuando la suerte les da la espalda en la mar y sienten temblar sus entrañas bajo el negro zarpazo del final de sus vidas.
Su número de teléfono es el supuesto seguro para las emergencias en el incierto camino del paraíso europeo, y los “usuarios” lo guardan con el mismo cuidado que utilizan al grabar en sus ropas el número telefónico al que alguien deberá llamar en caso de que la travesía de los sueños, muchas veces rotos, se vea truncada. La intrahistoria del hallazgo por la tripulación del barco Sorolla, que une Almería con Melilla, de más de una veintena de cuerpos ahogados flotando en el mar, ha sido la última actuación de esta joven madre ejidense, que se hizo periodista, que investiga qué ocurre para que miles de hijos de Africa se jueguen su propia vida o la de sus familiares, y a la que los periódicos llaman activista.
Por tener la valentía de hacer todo eso a Helena Maleno la acusan de cooperar con mafias dedicadas al tráfico de seres humanos; una acusación que le tiene inmersa en un procedimiento judicial en Marruecos, donde habitualmente reside, y donde se enfrenta a una petición de condena de entre seis meses de cárcel y la cadena perpetua, pese a que un juez marroquí ha reconocido su labor humanitaria. Sin embargo, la hipocresía de las instituciones, incluida la falacia policial, permiten que a esta alma máter de Caminando Fronteras se le tache de criminal por el hecho de alertar mediante sus llamadas y redes sociales al Servicio de Salvamento Marítimo. La sensibilidad y humanidad de esta tenaz luchadora le han “regalado” amenazas e intimidaciones, pero también le han otorgado un afecto y cariño de quienes la califican de “mamá”.
Helena Maleno y el sacerdote eritreo Mussie Zerai recibieron anteayer ex a quo el premio de la revista Mundo Negro 2017 a la Fraternidad por su trabajo con las comunidades migrantes que pretenden alcanzar Europa. Una tarea que en el caso de Mussie, que fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 2015, es muy similar a la labor solidaria y humana que desarrolla la periodista almeriense. Fundador de la Agencia Habeshia, que ayuda a los refugiados, protege sus derechos y ofrece formación, Mussie también ha sido amenazado e intimidado por dar voz a los migrantes y por transmitir sus SOS para ser socorridos.
Helena y Mussie son un modelo de conciencia humana, un ejemplo a imitar porque incomodan a los mandatarios y, sobre todo, una viva y ardiente llama de dignidad y compromiso.
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