El robo de las pensiones

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23:59 • 14 feb. 2018

No es irremediable el fin o la miserabilización de las pensiones públicas; sí parece serlo, por el contrario, el designio de acabar con ellas o de reducirlas a la mínima expresión. El desvalijamiento de la reserva para garantizarlas en coyunturas económicas difíciles, la llamada hucha de las pensiones, y las recurrentes y aterrorizadoras campañas a favor de los planes privados de jubilación, que no son sino fondos de inversión con peor tratamiento fiscal que éstos a su vencimiento, así lo acreditan.
La campaña para convencer a la gente de la insostenibilidad del sistema, esto es, de que no habrá dinero para pagar las pensiones a los jubilados por la renuencia de éstos a morirse pronto, viene de lejos, de anteriores gobiernos, pero está siendo éste de Rajoy el más desinhibido a la hora de cantarles el miserere, ora saqueando la hucha, ora burlándose de los jubilados con "subidas" de dos o tres euros al mes, ora patrocinando a calzón quitado el producto bancario que las "complementaría", o sea, que las sustituiría en el futuro, ora, en fin, exhibiendo una escasísima voluntad de idear fórmulas distintas a la actual para allegar los fondos necesarios para seguir devolviendo a los trabajadores jubilados esa porción de lo mucho que aportaron al común durante su vida laboral.
Vincular la demografía, la esperanza de vida o el número de cotizantes activos con las pensiones de jubilación es perverso. La mayoría de los trabajadores creyó durante mucho tiempo que el fondo de las pensiones se nutría con las aportaciones a las Seguridad Social que iban realizando, y lo creían porque eso era lo natural, lo lógico. 
Lamentablemente, esa forma lógica y natural de ahorro cooperativo no era la que había, sino la de que los que trabajan corren con las pensiones de los que trabajaron, de suerte que el desequilibrio, éste sí irremediable en un país con un índice de paro monstruoso, tenía que ser letal para las pensiones.
Letal esa fórmula, pero no cualquiera otra de las muchas que podrían arbitrarse, bien que considerando sagradas, prioritarias, intocables y dignas las pensiones de jubilación, cosa que éste gobierno no considera. Con lo que se roba y se dilapida en España, y se dice que no hay para los que nunca robaron.







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