Recientemente se celebró un pleno municipal en el que afloró inopinadamente un asunto que ocupó mayor tiempo y ejercicio “intelectual” por parte de los ediles intervinientes, consiguiendo la mayor trascendencia mediática, y quedando relegados a mero trámite y general olvido el resto de puntos del orden del día. El asunto en cuestión fue la presentación de una moción de apoyo a las víctimas de la Batalla de Málaga, conocida como “La Desbandá”, que se produjo el 8 de febrero de 1937 cuando miles personas se apresuraron a salir de la conocida “Málaga la roja”, sobrenombre otorgado en apelación al diputado comunista y de la CNT, Cayetano Bolívar, al que se le reconoce su especial furia desatada quemando conventos y saqueando barrios “burgueses” como el de La Caleta.
Ante la presión de las fuerzas sublevadas y el contingente italiano de apoyo que sofocaron las líneas de defensa, miles de personas civiles y milicia partieron hacia Almería como la única salida posible, aunque no libre de riesgo por discurrir a lo largo de la costa. Según publicó “The New York Times”, eran entre tres mil y cinco mil las personas que fueron masacradas en el trayecto de la N-340, y añadía, “niños -unos cinco mil- que recorrieron el maltrecho camino descalzos”. Algunas avanzadillas por tierra les asediaban, pero era la aviación y, sobre todo por mar, lo que causó la mayor parte de las bajas. En mayor medida, hay que asignar a los buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera el protagonismo de esta matanza de personas desprotegidas y aterrorizadas.
Pero lejos de profundizar en regresiones históricas o dramatizar los horrores de una guerra fratricida que contabiliza masacres en ambos bandos, y a cuál más cruento y despiadado, vuelvo al Ayuntamiento y al famoso punto de la moción de “La Desbandá”.
No recuerdo si en otras ocasiones se ha producido tanta tensión e interés en la moción; como tampoco lo entiendo tratándose de un aniversario tan disparejo (81 años). En fin. Lo cierto es que si Izquierda Unida pide la retirada de la calle Crucero Canarias como “causante” de la masacre en “La Desabandá”, el Partido Popular le responde que también habría que retirar la calle Dolores Ibárruri, personaje que acrisola los “valores” del criminal régimen comunista bajo sus camaradas Stalin o Ceausescu.
En cualquier caso, un barco, una marca de automóviles, un famoso modista, un fabricante de armas… no puede estigmatizarse. Son las personas las que disparan y marcan el objetivo. Las herramientas tienen el uso que la persona y el momento determinan. Mercedes y BMW era el transporte habitual del Tercer Reich; Walther fabricó las pistolas de las SS, marca que hoy suministra a diferentes cuerpos policiales; Hugo Boss diseñó y confeccionó los uniformes de las tropas hitlerianas… ¿Qué hacemos ahora, los borramos del mapa?
En definitiva, un toma y daca improductivo que, lejos de preocuparse por personas que de verdad han hecho algo positivo por Almería, nos peleamos por acciones llevadas a cabo 80 años o personajes que, en cualquier caso, ni pinchan ni cortan nada en Almería y, además, su rastro histórico es controvertible.
La radicalidad levó a cambiar el nombre de Paseo de Versalles (Tratado de Versalles, fin de la I Guerra Mundial) por el de Pablo Iglesias (entiéndase el fundador del PSOE y UGT). Posiblemente, algunos ignaros de nuestro municipio atribuyeron a Versalles los fastos de la corte de Luis XIV y las refractarias connotaciones monárquicas... y tal y tal. Aquí, como en las guerras raciales y religiosas, cada uno deja su “mojón” ideológico triunfal. Tampoco sé si Almería declaró la guerra a Perú para erradicar del callejero una gran avenida que sorprendentemente ganó Manuel Azaña (uno de los culpables del desencadenamiento de la Guerra Civil).
Lejos de enaltecer en el callejero el esfuerzo, la bondad y la generosidad de nuestros lejanos y recientes referentes nos afanamos en sacar a pasear las filias y fobias con tan indisimulada radicalidad sectaria, como asaz inutilidad social.
PD. Aprovechando el año de la candidatura a Capital Gastronómica de España, bueno sería pensar en nombrar una calle para Paco Sierra (Rte. Club de Mar), miembro de una saga familiar dedicada a la restauración con notable éxito y general reconocimiento de propios y extraños.
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