El pulso que mantienen el Partido Popular y Ciudadanos es una evidencia de lo que entienden los dirigentes políticos de hoy acerca de la razón de ser de los partidos políticos. Cuesta entender que el PP, que tiene firmado un pacto con Ciudadanos que permitió a Mariano Rajoy seguir en La Moncloa, incumpla una de las condiciones del acuerdo: la dimisión de los cargos políticos investigados. Un punto que Albert Rivera y los suyos entienden que es la piedra angular del compromiso para luchar contra la corrupción.
El origen de la tensión remite el caso de la senadora Pilar Barreiro, ex alcaldesa de Cartagena, que está siendo investigada por un episodio de corrupción (presunto desvio de caudales públicos para mejorar la reputación en las redes sociales) similar al que en su día llevó a Ciudadanos a forzar la dimisión de Pedro Antonio Sánchez como presidente de la Comunidad de Murcia. En aquel asunto también el PP mareó la perdiz de manera similar a como lo están haciendo ahora los dirigentes populares. Desde el Gobierno acusan a Ciudadanos de "sobreactuar"; de estar más pendientes de las encuestas que de aportar ideas para mejorar el país. También lanzan contra el partido naranja una carga de profundidad. Si no se aprueban los Presupuestos (prioridad entre todas las prioridades de la que depende un mundo de cosas) será por culpa del partido de Albert Rivera.
Es una verdad a medias. Si en el límite de las discrepancias entre estos dos partidos se llegara a romper el pacto, la responsabilidad estaría repartida. A la intransigencia de una parte se contrapone la falta de seriedad de la otra puesto que, como dejó dicho el clásico:
"pacta sunt servanda", lo pactado obliga.
Por otra parte, dada la minoría parlamentaria del PP, para sacar adelante los Presupuestos, amén del voto de Ciudadanos, sería necesario el apoyo del PNV. Asunto éste, que por cierto, abre otro frente con un Ciudadanos muy crítico con las concesiones del Ejecutivo de Mariano Rajoy al Gobierno Vasco. De "cuponazo" tildó Rivera las ventajas obtenidas por Vitoria tras apoyar las cuentas del ministro Cristóbal Montoro en el pasado ejercicio. En fin, en todo este asunto se refleja uno de los grandes males de la política de nuestros días: la ausencia de estadistas.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/146851/faltan-estadistas