Un marciano en un mítin del PSOE

Si un marciano asistiera a un mítin del PSOE e, inmediatamente después, acudiera a un acto institucional de la Junta de Andalucía, me temo que tendría serios problemas para diferenciar cuál acto era el político y cuál el institucional. Aunque la frecuencia con la que se repite el hecho ha dado lugar a que ello deje de ser noticia, creo que no es por ello menos grave que la Junta de Andalucía prescinda del necesario tono institucional y se entregue, sin decoro y sin complejos, a la propagación del discurso partidista del PSOE cada vez que algún cargo o carga pública tiene un micrófono delante. 
La última aparición de este filibusterismo discursivo la hemos tenido en la adelantada celebración del Día de Andalucía en Almería, que sirvió al consejero de Agricultura, el almeriense Rodrigo Sánchez Haro, para altavocear fielmente todas las consignas que aborda el Partido Socialista en sus comparecencias públicas, pasándose por donde ustedes piensan -y yo por respeto no escribo- los reparos que debería tener, ignorando que hablaba como representante andaluz del gobierno de todos –y todas- los andaluces y andaluzas. Pero ni reparos, ni apuros, ni embarazos, ni vergüenzas: ración de PSOE pura y dura para todos y, de nuevo, todas. Y conste que no lo digo suponiendo la alevosía del equipo redactor o del propio intérprete, porque en los socialistas andaluces lo de la separación de la esfera política del escenario institucional ya ni tan siquiera se contempla. Sostengo desde hace tiempo que ni los propios socialistas andaluces podrían definir con precisión dónde termina su partido y dónde comienza la Junta de Andalucía, y viceversa. El empaste es tan homogéneo que ha acabado formando un totum revolutum en el que lo de todos los andaluces está al servicio de unos pocos. Y así seguirá, en bucle perpetuo, hasta que ustedes quieran, claro.