Olvidos, banderas y mobiliario

Quizás debiera hacer igual que la juiciosa mayoría y no dedicar ni un minuto del día a dilucidar sobre la sensación de pertenencia a Andalucía de los almerienses. No sé qué decirles. Lo cierto es que hoy no verán en ningún o casi ningún balcón o ventana almeriense enseñas verdiblancas como manifestación espontánea de identificación y acervo andaluz, lo que sí sucede cuando se celebra, por ejemplo, el Día de la Fiesta Nacional. Pero no se trata de establecer un conteo comparativo o dotar de categoría a la anécdota de la balconería patriótica. Un miércoles festivo es un paréntesis semanal que no merece ser desbordado con sesudos análisis. Lo que sí diré es que esta falta de mecánica popular en la celebración del día de nuestra comunidad se debe a cuestiones difícilmente discutibles y minuciosamente entrelazadas. La primera es la política consumada de discriminaciones y desafectos mantenida durante demasiados años por los diferentes gobiernos con sede en Sevilla respecto de Almería. No es cuestión de enumerar ahora la lista de hechos constatables. Durante años la Junta ha maltratado Almería con retrasos y olvidos difícilmente justificables, que han duplicado la esfera del abandono secular almeriense: tener autonomía significó para Almería tener otro sitio diferente a Madrid en donde quejarse por lo mismo de siempre. Y por otro lado, está el excluyente tono político que el PSOE se ha empeñado en conferir al hecho autonómico, haciendo imposible distinguir dónde termina el partido y dónde comienza la Junta de Andalucía. Y no sólo lo digo yo. Escribo estas líneas después de recibir un mensaje al móvil en el que una conocida marca de mobiliario autoinstalable radicada en Murcia me recordaba que hoy estarán abiertos. Entre los que no han sabido llegar a nuestro corazón y los que sí saben llegar a nuestro bolsillo, les deseo un feliz Día de Andalucía.