Libertad de expresión, amenazada

Dice la Constitución española en su titulo I, capitulo segundo, sección primera: “Se reconocen y protegen los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción. A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.”

Pues en estas últimas fechas coinciden una serie de hechos que vienen a decirnos que este articulo esta en peligro. El rapero Valtonyc irá a la cárcel por injurias al rey y por enaltecimiento del terrorismo y amenazas no condicionales por las letras de sus canciones.

En ARCO, se ordena la retirada de la obra de Santiago Sierra titulada “presos políticos” y deja de exhibir las 24 fotografías para "evitar polémicas". Una jueza ordena el secuestro del libro Fariña sobre el narcotráfico gallego como medida cautelar y que se prohíba su impresión y comercialización. 

La hija de Belén Esteban denuncia una chirigota que se ríe de ella y lo ponen en manos de unos abogados.

La semana pasada, seis policías nacionales interrumpieron la grabación de uno de los sketches de Joaquín Reyes donde el cómico estaba disfrazado de Carles Puigdemont.

Coinciden, en un espacio de tiempo muy corto, pero hay que sumarle otos muchos ocurridos anteriormente, como la drag queen de Canarias, los titiriteros detenidos o los cientos de sanciones ocurridos por expresiones en las redes, incluso aquellos que denuncian irregularidades en empresas y que los “poderosos” tratan de impedir. En nombre de “nuestra” seguridad o del trafico se instalan cada vez más cámaras, que nos vienen a vigilar también a  cada uno de nosotros, pareciendo una situación de “gran hermano” nacional. 

Todo esto viene sucediendo, de forma más preocupante, desde la puesta en marcha de la llamada “Ley Mordaza”, parece ser que de eso se trata, de amordazar aquellas cosas que pueden resultar molestas. La libertad de expresión deja de ser libre e impide que el arte y la cultura puedan expresarse. Se ratifica esto con la publicación de un informe en el que Amnistía Internacional denuncia los retrocesos que experimentó la libertad de expresión en España en 2017, algo que viene ocurriendo especialmente en los últimos tres años. Según los últimos datos oficiales, en 2016 hubo 32.000 sanciones en las que estuvieron implicadas estas libertades y 32 periodistas fueron multados por documentar acciones policiales.

No advierten de que este tipo de prohibiciones lo que hacen es el efecto contrario, el secuestro cautelar de Fariña provoca que se agote en algunas librerías, la obra retirada de ARCO, se exhibe ahora en otras salas, la gente ha corrido a visitarla a las redes sociales, ¿cuántos no buscaron en YouTube la actuación de la chirigota de Andreita? Pero aunque esto lleve a revalorizar estas obras, la cuestión es que crea una sensación de miedo, de desprotección democrática, de llevar a pensar si esto que publico podrá o no ver la luz, rememorando la vieja censura franquista.

Pero lo peor es que estemos dando por normal que quiten una obra de arte de la pared, de un teatro o de una librería, que se esté aguantando demasiado dando una sensación de sumisión, llegando a no saber en qué día y año estamos, encontrándonos cada vez más algo que empieza a parecerse a un sistema autoritario que puede poner en peligro nuestra libertades. La libertad está en que uno elija qué quiere o no quiere ver, qué le gusta o no. Con un mando elegimos qué ver en TV  entre las decenas de cadenas, si una buena serie, un programa sensacionalista o del corazón. En el arte y la cultura debe suceder igual, simplemente si no me gusta, no voy o no lo compro.

No se debe permitir, que un autor ande con miedo antes de crear o con dudas si podrá ver la luz o será retirado o censurado. Mal iría este país y esta democracia si en vez de avanzar en libertades las vemos cada vez más recortadas sobre todo si es porque estas pueden tocar al poder.