Los Presupuestos Generales del Estado para 2018 ya han sido presentados y llevados al Congreso de los Diputados para su tramitación. Parece que el Gobierno lo tiene difícil, ya que el PNV sigue manteniendo que no les dará el visto bueno mientras siga vigente en Cataluña el 155 y parece que eso va para largo. En todo caso, el primer y decisivo trámite de los PGE no será hasta final de abril, por lo que es posible que finalmente con Puigdemont encarcelado en España, ya sí se busque un candidato viable que ponga en marcha el gobierno catalán.
Las cuentas responden a la consolidación de la recuperación económica y a un reparto mayor de la misma. Los ingresos subirán más de un 6 por ciento y a eso es a lo que el ministro de Hacienda fía el gasto que comprometen. El peligro es que ese reparto a un año de elecciones autonómicas y municipales, con tintes claramente electoralistas, se desmadre y como acaba de decir el gobernador del Banco de España impida el cumplimiento del déficit público que para este año es del 2,2 por ciento del PIB. De la deuda pública ni hablamos, se tardará años en bajarla.
Lo que está claro es que el Gobierno quiere contentar a muchos colectivos, incluidas las empresas, y las perspectivas de crecimiento de la economía y del empleo son magníficas. Precisamente, el martes los datos publicados de cotizantes a la Seguridad Social de marzo son espectaculares y auguran un año muy positivo, quizás por encima de los 500.000 nuevos puestos de trabajo. Vamos a ver qué ocurre con las cuentas en el Congreso y si son devueltas al Gobierno qué hace éste. Recuerdo que en los últimos días se ha hablado de la posibilidad de que las principales medidas se lleven a cabo mediante decreto-ley. Veremos.
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