¿Puede estallar la UE, o como poco pueden saltar chispas por Puigdemont? De momento, nadie se lo ha planteado, pero ya ha surgido el primer roce entre Madrid y Berlín a cuenta del ex president fugado. Se trataba de demostrar que no había que politizar la Justicia, pero la ministra alemana de ídem, la socialdemócrata Katarina Barley, se ha pasado un par de pueblos. Y el titular español de Exteriores, Alfonso Dastis, ha respondido con una llamada al orden.
Queda en el aire la cuestión de si hay algún guión oculto, pero incluso en lo que está ocurriendo y en lo que se está diciendo flota una sensación de que nada está tan claro como pueda parecer ni el ganador final está cantado. La prensa alemana así lo constata y los acontecimientos indican que esto todavía puede ir para largo.
Pero él, Carles Puigdemont, vive su momento, y lo exprime y disfruta hasta la última gota del limón. Pocos minutos tardó en meter la pata nada más salir de la cárcel en Alemania. Dijo eso de que es ‘una vergüenza’ de que en Europa hubiera ‘presos políticos’, justo cuando todavía no estaba seco el toner de las hojas fotocopiadas de la resolución del Tribunal Regional que negaba la extradición por rebelión y ordenaba su puesta en libertad pendiente del cargo de malversación. Ese fallo determina sin ningún resquicio de malinterpretación idiomática que no hay riesgo de persecución política en España para Puigdemont y que por tanto no hay presos políticos.
Rebaja el tono En su conferencia de prensa en Berlín este sábado, bien atiborrada de seguidores que le aplaudían como la claque más entusiasta, Puigdemont ha bajado el tono. Se ha notado que los abogados de su equipo le han dicho que no mola criticar a los mismos que le han puesto en la calle.
Campaña de imagen En cambio, ha insistido en presentarse como un pacifista, como un dialogante, como un campeón de la democracia, cuando sólo ha querido y quiere hablar independencia ‘como y cuándo’ y omite clamorosamente que se ha pasado las leyes por el forro, aparte de que todo debe ser ‘de igual a igual’, como dando por hecho que Cataluña es un país independiente. Pide ‘mediación’ internacional para seguir en la cumbre de la atención, pero se olvida sin empacho de más de la mitad de los catalanes que no siguen su ruta.
En las portadas En Der Spiegel, nada sospechoso para el separatismo porque ha estado y está muy receptivo a sus tesis, Claus Hecking se alinea con la idea de la ‘política’ en lugar de la vía ‘judicial’, con lo que condona la vulneración de la ley. Pero aun así tiene la decencia de reconocer que él referéndum ‘fue irregular y ningún Gobierno lo hubiera tomado en serio’; ni habría aceptado la ‘república catalana’. Y por si fuera poco, el secesionismo ‘fue, es y siempre será una invención de un poco menos de la mita de los catalanes’.
Así que Puigdemont es sin ningún género de dudas uno de los hombres del fin de semana en Alemania. No el protagonista absoluto de la actualidad más rabiosa. Hay otros afanes, como la redada en Fráncfort contra narcos y bandas árabes. O como el indicio de que la Grosse Koalition entre cristianodemócratas y socialdemócratas para garantizar la gobernabilidad y la estabilidad puede empezar a descoserse.
Los ministros opinan La portavoz del SPD en el Bundestag, Andrea Nahles, que será proclamada el próximo día 22, ha dado el primer aviso en una entrevista el diario Die Zeit. Quiere que la canciller Angela Merkel destituya ya a dos ministros del Gobierno recién formado: el de Sanidad, Jens Spahn, y el de Interior, Horst Seehofer. Van demasiado por su cuenta, dice.
En sus críticas, Nahles no ha incluido a la titular de Justicia, Katarina Barley, y eso que ha ido tan por libre que se ha permitido comentar en términos políticos la decisión judicial de excluir la rebelión de Puigdemont por faltar el grado de violencia necesario. Es algo que todavía puede tener más recorrido hasta la Corte Constitucional Federal y ante el Tribunal de Estrasburgo, pero Barley se ha lanzado: el fallo de los tres jueces de Schleswig-Holstein ‘es totalmente correcto, se esperaba’. Y eso que sospechosamente despacharon lo de la rebelión en apenas 48 horas pero ahora se toman su tiempo y piden más información sobre la malversación.
Interferencias alemanas Ahí también estuvo peor Barley, al tratar de influir en la próxima decisión sobre si hubo o no malversación en el ‘procés’: es España la que debe demostrar que es culpable, y ‘eso no será fácil’. Mientras, Puigdemont ‘es un hombre libre en un país libre’. ¿Al contrario de España? No lo ha dicho, pero lo parece. De un plumazo, la ministra de Justicia de un Gobierno alemán que había prometido no interferir, ha interferido. Y se lo ha recordado el ministro de Exteriores Alfonso Dastis, quien desde Sevilla ha considerado ‘desafortunadas’ las declaraciones de Barley. ¿Chispas también Berlín-Madrid o parte del guión para posibles recursos por vicio de procedimiento?
¿David contra Goliat? Si se lee la prensa y se ve la tele alemana, da la impresión de que Puigdemont ha sabido venderse muy bien como pequeño y débil David frente a un gigantón y antipático Goliat. Parece mentira que hasta en Alemania el interés por conocer la verdad se ha difuminado. Casi nadie habla de la Constitución, ya sea española o alemana o de cualquier otro país serio, que proclama la indivisibilidad del territorio y el impero de la Ley. Pero hay algunos que sí.
Sin legitimidad Como el propio Süddeutsche Zeitung, otro de los máximos defensores de la causa de Puigdemont, porque ‘la lucha por la independencia de Cataluña es también una lucha por la democracia’. Eso no lo escribiría de Baviera en la misma situación, por supuesto. Pues bien, el corresponsal en España, Thomas Urban, ha estado algo más lúcido y escribe que Puigdemont ‘proclamó la independencia de Cataluña en octubre aunque carecía de legitimidad política’. No es que parezca importarle mucho la ley, pero al manos añade el dato de que ‘ni siquiera el 40% de los votantes apoyó’ esa deriva.
Hecking, y no es el único, carga contra Mariano Rajoy por haber esperado tanto y delegar sus funciones en los tribunales: ‘Tiene que hacer su trabajo’. Pero en la crítica por ‘judicializar’ la política demuestra como tantos otros no tener ni idea de la historia de estos años en Cataluña que sugieren la salida de un Concierto como el vasco, sin molestarse en indaga que hace ya muchos años lo despreciaron.
Marea de victimismo Nikolas Busse, en una columna en Frankfurter Allgemeine Zeitung, es de los pocos que atizan de lo lindo a Puigdemont en esta marea victimista que tanto rédito le está dando a los golpistas ante los incautos.
Busse demuestra que no es uno de los bienintencionados que se tragan la propaganda fácil: ‘El hecho de que Puigdemont califique a los ‘presos políticos’ como ‘vergüenza para Europa’ muestra lo mucho que este separatista ha entendido mal la UE. Él y sus aliados han ignorado, estirado y roto las leyes españolas, en espera de ser recompensados por Europa, y eso es exactamente lo opuesto a lo que representa la UE’.
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