Consultas sobre el Pingurucho

José Fernández
23:33 • 10 abr. 2018

Gobernar es decidir y decidir es -ay- incomodar. Y esto no sólo es aplicable a la gestión pública, también es válido en el ámbito personal. Gobernar nuestra propia vida es tomar decisiones que puede que no agraden a todo el mundo, y hay que asumirlo con talante deportivo. Al margen de eso, independientemente de lo que decidamos siempre habrá quien nos distinga con su más acerado desafecto. Pretender el agrado universal es una tarea tan agotadora como improductiva, pues está condenada irremediablemente al fracaso. Y además, y ya se lo cuento en confianza, la unanimidad está sobrevalorada. Conviene no dejarse llevar por un objetivo que tan sólo nos puede conducir a la melancolía. Lo digo porque vuelvo a ver que el Grupo Municipal de Ciudadanos propone realizar un referéndum para decidir si mover o no el famoso Pingurucho de la Plaza Vieja y trasladar así la responsabilidad de la decisión fuera del ámbito municipal. Es decir: lo han dicho los vecinos y punto. Se acabó el debate. Y aunque sobre el papel la fórmula parece sencilla, creo que este recurso se explica en la probada aversión del partido naranja a fijar una posición -cualquiera que sea- para evitar así las eventuales críticas que podría producir entre colectivos, mesas o foros. Gobernar es decidir y decidir es -ay- incomodar. Quien gobierna lo sabe y quien gobernó debería recordarlo. ¿Para qué sirve un alcalde, un concejal, un diputado o un burgomaestre si a la hora de adoptar una decisión compleja se traslada esa responsabilidad a una asamblea popular? No parece prudente convertir la gestión municipal en una suerte de concurso televisivo en donde al final decide el público asistente (que tampoco es mucho en Almería, como ya se probó en la consulta sobre la Pasalera de Pescadería) porque puede que al final la gente prefiera que en lugar de alcaldes, concejales, diputados o burgomaestres haya azafatas del Telecupón. 






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