Retrasos que no importan

En alguna ocasión hemos hablado del famoso obrador de confitería de la Junta de Andalucía, del que salen hornadas de finos productos de repostería informativa, ideales para todos los paladares. Ahora acaban de servirnos una bandeja con datos acerca del Servicio Andaluz de Salud, pormenorizando las grandes cantidades que se gastan en cada uno de nosotros y el altísimo número de atenciones sanitarias que se suceden, minuto a minuto, en los hospitales y centros de salud almerienses. Todo agradabilísimo. Y es que a nadie amarga un dulce, como bien sabían los cuentistas medievales árabes, que en Las Mil y Una Noches escribían  “¡Oh pasteles! ¡Dulces, finos y sublimes pasteles; enrollados con los dedos! ¡Vosotros sois la triaca, el antídoto de cualquier veneno! ¡Nada me gusta tanto, y constituís mi única esperanza, toda mi pasión!” Pero fuera de los mármoles de los palacios, las calles y sus habitantes tienen un panorama sanitario algo más amargo. Qué pena que entre el caramelizado surtido que nos servía la Junta no se explicase qué demonios pasa con el Centro de Salud prometido en la Casa del Mar, en el reivindicativo y sorprendentemente silente barrio de Pescadería, cuyas obras llevan meses paralizadas y sin que a nadie -incluso los que saltan ahora sobre los retrasos de las obras de la Plaza Vieja- le apetezca hincar el diente en ellas. ¿Qué sucede para que unos retrasos merezcan todo el interés informativo y que otros pasen absolutamente desapercibidos? Pues que si hablamos de la Casa del Mar no hay más remedio que echarle la culpa a la Junta de Andalucía, que es la única administración que está detrás de ese fallido proyecto. Y está aún por ver que algún cargo público del PSOE almeriense tenga el coraje de demostrar que además del AVE, también está capacitado para contar otros días sin otras obras, por no hablar de que no hay Foros ni Mesas que en Almería se ocupen de esas cosas. Así están las cosas. Y tengan cuidado  con abusar del azúcar, que no es saludable.