Quien suscribe, pese a haber estudiado algo de Derecho en tiempos remotos, no es jurista. Pero he tenido que convivir, como informador, con no pocas controversias jurídicas, que me han mostrado que el camino de la ley es plural, adaptable y casi nunca inequívoco. Supongo que los jueces están para interpretar cosas y casos, y adaptar la aplicación de la ley a muy distintas circunstancias. De uno de mis más queridos profesores en la Universidad, el gran Iñigo Cavero, aprendí pronto las bondades de recordar permanentemente que ‘summa lex, summa iniuria’. Una aplicación excesivamente rigorista de le ley acaba derivando en males mayores que los que la aplicación de la norma trataba de evitar.
Me pregunto si no estamos ahora ante una encrucijada que no puede resolverse, sin más, con la advertencia de que “son los jueces los encargados de aplicar la ley, y los demás tenemos que acatar sus decisiones” sin rechistar. De acuerdo en la primera parte. Pero también podemos, faltaría más, criticar autos, resoluciones y hasta fallos judiciales, aplicando una luz distinta a la que supone la mera lectura de la letra de los códigos. No me escandaliza nada, por ello, que el presidente del Parlament catalán, Roger Torrent, que ahora es la cabeza ‘oficial’ del independentismo fuera de las prisiones o del estatus de fugado, pretenda querellarse contra el juez Llarena por presunta prevaricación al mantener en prisión a Jordi Sánchez para que éste no pueda ser investido como president de la Generalitat. No me inquieta, ya digo, demasiado: tiene derecho Torrent a hacerlo, por mucho que su pretensión esté abocada al fracaso: servirá, de cualquier modo, ay para alimentar la hoguera que el ‘procés’ catalán y sus derivaciones jurídicas han levantado.
Lo que de verdad me preocupa es que haya gente que te suelte a la cara -y me ha ocurrido- que eres un ‘filoindependentista’ por mantener que acaso el mantenimiento de la prisión preventiva para Sánchez, Junqueras, Forn -un perfil personal más complicado, y a quien el magistrado dedicó un auto especialmente desafortunado, a mi juicio- y los demás es excesivo. Poca gente habrá en España más contraria a la independencia de Cataluña que quien suscribe.
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