¿Qué hacemos con el dichoso, y si le preguntamos al personal?

Juan Torrijos
23:16 • 30 abr. 2018

¿No creen ustedes que estamos haciendo del Pingurucho y de su posible traslado el mayor problema de la ciudad de Almería? La mayoría de las plazas mayores de pueblos y ciudades están libres de obstáculos. Sería una exageración decir que todas, pero sí la gran mayoría. No extrañó a nadie por lo tanto que cuando se presentó el proyecto de remodelación de la vieja plaza porticada almeriense por parte del Ayuntamiento y la Junta se hablara de cambiar la ubicación del monumento a los coloraos. Nadie dijo en aquellos momentos nada en contra de lo planeado por las dos administraciones implicadas en las obras. Ha sido con el paso del tiempo, con los años de retraso que se van acumulando cuando se han levantado voces en contra del cambio del Pingurucho. Incluso se propone que se consulte al personal si se está favor o en contra del traslado. Si están por la labor de preguntar nada que objetar, pero creo que hay y que ha habido temas mucho más importantes para la convivencia de los ciudadanos y se los pasaron por el forro de sus caprichos y no le consultaron. La Plaza Vieja de Almería no es una gran plaza, pero es la que tenemos, y sacarle el máximo provecho sería lo más importante para la ciudad y los ciudadanos. ¿Estorba para ello el pingurucho? Algunos así lo entienden y defienden su traslado. Otros no creen para una fiesta de sábado o domingo por la mañana o actuación musical en feria por la noche no estorba el monolito, por lo que no están por la labor de mudar su ubicación. ¡Menudo problema! A la gresca andan los inmovilistas y los renovadores almerienses capitalinos. No deja de ser una paradoja política que los renovadores sean en este caso los llamados de derechas y los inmovilistas sean los que se denominan de izquierdas. ¿No es al revés? En el fondo sólo es una cuestión de oposición política pura y dura. Estoy en contra de la decisión, sea esta la que sea porque la ha tomado el partido que está en el poder y hay que derribarlo con cualquier argumento. Y así nos va a los ciudadanos.

Que cambien el pingurucho de ubicación o que lo dejen donde está, pero ¡por dios! que no den más la lata y sean capaces de hacer una ciudad de la que los almerienses del futuro se puedan sentir cada día más orgullosos de vivir en ella. Es tan difícil para estos políticos y sus acólitos lograrlo. Lo parece.






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