Las masivas movilizaciones del 8 de Marzo y la Huelga en los sistemas productivos y en las tareas de cuidados, han marcado un antes y un después en la toma de conciencia por parte de la sociedad de que la desigualdad tiene que ser YA cosa del pasado, aunque nos queda mucho por recorrer. De nuestro tesón y de la continuidad de nuestra lucha dependerán nuestros avances que, por otra parte, son ahora imparables.
Somos conscientes de que las movilizaciones de este 1º de Mayo van a estar lógicamente trufadas de indignación y repulsa por los recientes acontecimientos en relación con la intolerable sentencia de los miembros de la “Manada”, pero también estamos obligadas a poner sobre el panel otras violencias institucionales y político-ideológicas que están lastrando el presente y el futuro de las mujeres.
La celebración del 1º de Mayo, Día Internacional de la Clase Trabajadora, nos lleva a recordar algo que parece obvio: la inmensa mayoría de los derechos que garantizan la autonomía de las personas, su estatus y el reconocimiento de su papel en la sociedad devienen de su pertenencia al “Mercado Laboral”: un salario, protección en situación de desempleo, de enfermedad, de embarazo, jubilación, etc.
Quien no trabaja o ha trabajado en los sistemas productivos no goza de ninguno de estos derechos ni ven reconocida su “utilidad” social. Es el caso de una buena parte de la población femenina, abiertamente discriminada en este ámbito, por razón de su sexo, por una doble vía: su exclusión del mercado laboral para dedicarse a las “tareas propias de su sexo” (es decir, la procreación, mantenimiento y cuidados necesarios para la reproducción de la especie y de la mano de obra necesaria al sistema), o bien la asignación de un papel subalterno en los sistemas de producción, con trabajos más precarios y peor remunerados.
Con motivo del 8 de Marzo, hemos tenido profusión de estudios e informes (fundamentalmente de los Sindicatos) sobre la “brecha” entre sexos, por lo que nos limitaremos a dar algunos de los datos más significativos que demuestran la discriminación insostenible de las mujeres en el mercado laboral.
Sin embargo, consideramos que lo verdaderamente destacable es cómo de aquel modelo de sociedad Patriarcal pura (la mujer debe estar dedicada a “sus labores”), sustentado a hierro y fuego por la dictadura franquista, se ha pasado, por nuestra lucha, pero también por necesidades del desarrollo económico capitalista, a reconocer formalmente nuestros derechos de ciudadanía y a tener acceso al mercado laboral, pero en ese papel subalterno que señalamos, garantizando un “techo de cristal” que impide nuestra presencia (o la permite solo a una minoría) en los centros de decisión. De esta forma, en mayor o menor medida, seguimos siendo dependientes.
La colaboración del Estado, sustentador del modelo patriarcal y de los intereses del capital, es fundamental. Así, la carencia, recortes y privatizaciones de unos servicios públicos absolutamente imprescindibles para liberar a las mujeres de cargas domésticas, y sobre todo del trabajo de cuidados, protegiendo a la infancia, al núcleo familiar en su diversidad y a las personas dependientes, junto a reformas laborales o de los sistemas de protección social, en los que salen netamente perjudicadas.
Los datos lo demuestran Siendo las mujeres el 51% de la población en edad de trabajar, nuestra tasa de actividad (porcentaje de mujeres en el mercado laboral sobre el total de las que están en esa franja de edad), según la última Encuesta de Población Activa (1º trim. 2018), es del 52,94%, frente al 64,29% de la tasa de actividad de los hombres (más de 11 puntos porcentuales de diferencia). Y eso quiere decir que prácticamente la mitad de las mujeres en edad de trabajar, no lo hace en el mercado de laboral ni tienen, por lo tanto, posibilidad de acceder total o parcialmente a los derechos que de éste se derivan.
• Las mujeres representamos en torno el 70% de los contratos a tiempo parcial (mucho peor pagados que los de tiempo completo), copando los empleos de los sectores más precarizados y de menor cualificación. Solo algo más del 16% accedemos a los Consejos de Administración.
• Pese a nuestro menor peso en la Tasa de Actividad, superamos a los hombres en Tasa de Paro: 18,54% frente al 15,18%.
• Debido a los menores salarios en todos los sectores y grupos profesionales, en los complementos, etc., según informe de UGT, las mujeres en conjunto dejamos de percibir, al año (si se aplicara aquello de a igual trabajo igual salario), del orden de 47.000 millones de euros (un inmenso “ahorro” para el capital). Y según otro de Ghesta, basado en datos de la Agencia Tributaria de 2016, más de 3 millones de trabajadoras no llegan al Salario Mínimo.
Desfase Este “desfase” entre uno y otro sexo, tanto en las condiciones de contratación como en los salarios, viene finalmente a determinar una mayor dificultad de acceso y una brecha incluso mayor en las prestaciones a que da derecho la pertenencia al mercado laboral.Fundamentalmente, en la protección al desempleo y en las pensiones, cuyas cuantías se basan en el nivel salarial (que sirve de base de cotización a la Seguridad Social) y en los periodos cotizados, forzosamente inferiores en las mujeres, que tienen, en muchos casos, amplios periodos sin cotizar. al verse forzadas a abandonar su carrera profesional para dedicarse al trabajo de cuidados, bien sea de menores, de personas enfermas o dependientes.
Es, pues, el desigual reparto de las tareas domésticas y de cuidados en el ámbito familiar, pero muy significativamente la omisión del Estado en esta materia (falta de escuelas infantiles públicas a precios asequibles, desmantelamiento de la Ley de Dependencia y minimización de los Servicios Sociales, etc.), lo que lastra el papel de la mujer en el mercado laboral, su autonomía económica y su estatus social.
De ahí que no podamos dejar de denunciar la alianza subyacente del Capitalismo y el Patriarcado, pues si el primero nos necesita como mano de obra indispensable para cubrir la demanda de los sistemas productivos (a bajo coste), el segundo consigue que desempeñemos en éste un papel subalterno, que no garantiza nuestra independencia, quedando en buena parte atrapadas en las tareas domésticas y de cuidados familiares, que es el destino que el Patriarcado nos tiene asignado.
Por todo ello, llamamos a un 1º de Mayo fuertemente reivindicativo:
¡¡Contra la precariedad en el trabajo y de la vida!!
¡¡Por la igualdad entre mujeres y hombres en todos los ámbitos!!
¡¡Pagamos frente a la alianza capitalismo-patriarcado!!
Nuestra lucha ¡¡¡el feminismo!!!
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