Resulta sorprendente la simplicidad –por no decir la irresponsabilidad- con la que algunos políticos se toman su papel institucional. Lo estamos viendo estos días con el dichoso vídeo del Popeye, el sicario de Pablo Escobar, que sirve de promoción al turismo de Carboneras. Es de agradecer que el promotor de la iniciativa, el concejal de Turismo Pascual Díaz Hernández, no se haya refugiado en el silencio y lleve varios días dando explicaciones. Pero habría que decirle al concejal si su cariño por el pueblo de Carboneras no se defendería mejor desde el puesto de simple vecino y contribuyente que no como el responsable de su promoción turística.
Produce escalofríos oír al concejal el relato de los acontecimientos, que ha explicado en todos los periódicos y en todas las cadenas de radio y televisión: “Pues yo, mire usted –viene a decir Pascual-, era amigo de pupitre de José García Bergillos, un hijo de un guardia civil del pueblo. Con los años este niño se hizo un prestigioso abogado y nuestra amistad continúa intacta. Un día me dijo: ‘Oye, Pascual, ¿tú quieres promocionar Carboneras en el mundo entero?’ ‘Hombre, claro’. ‘Pues no te preocupes que yo te voy a buscar a la persona que lo va a hacer’”.
Al cabo de los días el bueno de Pascual recibe en un par de vídeos para la promoción. El concejal no los muestra ni al alcalde ni a la Corporación ni a nadie entendido en estas cosas. Se los muestra a los empleados de su bar. Y los camareros los vieron guay: “Oye, tío, esto es la ostia. ¿Y por qué no lo subes a tu Facebook”. Y al Facebook se subieron.
Pascual no sabía ni quién era Popeye –aunque éste se encarga de decírselo en el propio vídeo, pero eso da igual, está guay- ni las cientos de muertes que tiene tras sus espaldas ni la repercusión negativa que la difusión del vídeo podía tener para la imagen de Carboneras. Lo único que sabía era que aquello iba a ser un pelotazo.
Las reacciones que se han producido a la difusión del vídeo son las propias de su gravedad. Pero Pascual no lo ve así y cree que aquí hay un culpable, que es “un perfil anónimo vinculado al Partido Socialista” que le tiene rabia porque “soy uno de los concejales más activos del Ayuntamiento”. Lógicamente, “soy el hombre a batir a nivel político en las futuras elecciones por haber logrado posicionar las playas de Carboneras como las mejor valoradas de España en varios ránkings”.
Obviamente, los vídeos no los iba a retirar –faltaría más- y lo único que podía hacer Pascual era mostrar su satisfacción por las decenas de miles de personas que los estaban visionando. "Como decimos los pescadores, esto es un levante que ha venido fuerte y hay que aguantar el chaparrón". Ayer, al cabo de unos días, alguien le ha convencido, por fin, y ha quitado de su muro los vídeos. De su muro, digo, pero no de la libre circulación, porque eso ya es imposible.
No conozco al concejal Pascual Díaz y la única apreciación que puedo hacer sobre su persona es la que se desprende de las múltiples entrevistas que estos días ha concedido a emisoras de radio y televisión. Sinceramente, me parece una persona sana y hasta creo que debe regentar con eficacia su bar, por no hablar de sus tapas, que nunca he probado pero deben ser la mar de sabrosas. Pero de igual modo que pienso así, pienso también que quien ha procedido de esta forma haría mejor servicio a su pueblo desde dentro de la barra de su bar que no desde la responsabilidad institucional que tiene encomendada. Pascual, piénsatelo.
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