¡Gracias, Torrecárdenas!

Nita Sáenz Higueras
23:31 • 09 may. 2018

Hace apenas dos meses me operaron de un aneurisma en una arteria, la del páncreas. No es "moco de pavo", me abrieron todo el  estómago y parte del vientre. Es peligrosísimo andar por ahí con un aneurisma, ya que no tienes síntomas y si explota, poco tiempo te deja para acudir al hospital antes de desangrarte. 


El equipo vascular de Torrecárdenas lo vio, por una casualidad, y ya no querían que volviera a Carboneras, donde vivo. Pero por cuestiones de ocupación me dieron 4 días (¡cuatro!) para hacerme a la idea. Los 4 peores días de mi vida en casa antes de ingresar.


Afortunadamente todo salió bien. Estuve 19 días ingresada entre el pre y el post operatorio, y como siempre dedicamos mucha literatura a protestar, y con todo el derecho, cuando las cosas no van bien y no somos bien atendidos, creo que es de justicia hacer lo propio cuando sucede lo contrario.



Desde el momento de entrar en recepción, el trato fue muy bueno, incluso cariñoso (tal vez mi cara de angustia ayudaba a la persona de recepción a ser amable). La celadora que me llevó a la habitación también habló conmigo como una cotorra, lo que hizo que por un momento me olvidara de que no estaba subiendo a acomodarme en una habitación de un hotel, ni de vacaciones.


Esos días en los que la planta segunda de vascular fue mi hogar, me encontré estupendamente bien atendida y arropada. Alicia, Ana y Mila, como responsables en diferentes días, charlaron conmigo con mucha paciencia cuando les presenté algunas dudas, y se mostraron muy comprensivas y pacientes, así como todos sus colaboradores y colaboradoras (también es verdad que hay que saber requerir y preguntar sin hacer perder demasiado el tiempo). La supervisora de la planta, Carolina, también me atendió muy amablemente, cuando yo ya estaba en casa, porque tenía un par de preguntas y no es fácil comunicar con los médicos por teléfono, y lo entiendo. Ella sí me escuchó, porque la persona de recepción fue tan amable de pasarme con ella, y me solucionó las dudas, incluso facilitó mi teléfono al cirujano para que me llamara, y este lo hizo. Ahora hablo de él. El Dr. Rodrigo Yoldi, cirujano-jefe vascular, fue quien me operó. Pero antes, cuando ya me habían hecho las pruebas preoperatorias para el anestesista, pasó a conocerme, cogió una silla y se sentó 5 minutos a mi lado a explicarme todo lo que me iban a hacer, qué podía pasarme, qué es lo que ellos esperaban que pasara, lo que me iba a encontrar después,… en fin: fue muy humano y me explicó, que es lo mínimo que podemos pedir en estos casos, sin pensar que era un Dios y yo tonta de remate. 



Pero también conocí a otros miembros del equipo, dos de ellos ayudarían en la operación, y todos ellos hablaron conmigo muy explícitamente, explicándome detalles y contestando preguntas, Estrella, Manuel, Rocío, David… todos me dieron mucha seguridad y pasaron a verme cada día uno u otro.


La operación duró unas 3 horas y en cuanto me desperté salieron los 3 cirujanos a informar a mi familia, enseguida, para que no sufrieran. Y en reanimación, donde  solo estuve una noche, también fui muy bien atendida por Yolanda, que estuvo muy cariñosa conmigo y me cuidó como a una reina. 



Una vez en casa, incluso la enfermera del consultorio de vascular, al que llamé para preguntar un par de cosas más sobre la herida y sobre lo que podía hacer o aún no, me atendió y me contestó a todo muy cariñosa.


Solo puedo dar las gracias a todos ellos porque, al menos por mi experiencia, me demostraron ser unos verdaderos profesionales, y enamorados de su trabajo, que no es fácil. 


Gracias.



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