Pedro Calvo Hernando
22:09 • 09 ago. 2011
Alguien tendrá que explicarnos alguna vez cómo es posible que en el juego asesino de la especulación veamos que un día todo se hunde, al siguiente parece que se salva, luego que vuelve a hundirse, y las Bolsas que suben y bajan como un tobogán. Sin saber de verdad nadie a qué se debe todo eso, a qué intereses se sirve desde la caverna especuladora, qué pintan los Gobiernos y las instituciones supranacionales, que no hacen nada por evitar este caos y por fulminar a las agencias especuladoras y a sus amos. Miles de millones de ciudadanos sufren en sus carnes los atropellos de unos cuantos miles o a lo mejor ni siquiera tantos.
En Londres, Birmingham o Israel estallan las revueltas. A los Gobiernos no se les ocurre otra cosa que reprimir incluso violentamente las revueltas populares. Que los Gobiernos culpables y sus padrinos no se llamen a engaño: la ciudadanía no aguantará hasta el infinito.
Y por aquí, fastidiando al 15-M, el movimiento más ultrapacifista que se recuerda, y prohibiendo cosas de las asociaciones de laicos y ateos, como si no fueran hijos de Dios -oh cielos, se me ha escapado-, o exigiendo al presidente Zapatero el adelanto del adelanto electoral, como si los españoles fuésemos imbéciles totales, o muchos comunicadores unciéndose al carro de los recelosos y de los perseguidores de los grupos y las cosas que, como decía yo aquí, son lo único o lo más decente que nos queda en este pobre país. Unos nos quieren ayudar a despertarnos del letargo y del falso nirvana, y otros los persiguen como si fuesen los de la Memoria Histórica en el pueblecito abulense de Poyales del Hoyo, que encierra otra historia para la que tendríamos que encontrar tiempo y espacio para ocuparnos, también por la dignidad y el autorrespeto que nos debemos.
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