El futuro no es así. Hay que reconocer que, pese a la infinidad de obras creadas por el género, las predicciones en ciencia-ficción han sido un somero fracaso. Algunos aciertos hay que reconocer, siendo quizás los más espeluznantes los de Julio Verne: en 1870, en Veinte mil leguas de viaje submarino, describe el buceo y los viajes a las profundidades marinas, hablando de trajes de cuerpo entero con un sistema de mangueras y tanques de aire para poder respirar debajo del agua. Y cien años antes de que ocurriera realmente, en De la Tierra a la Luna, una tripulación de 3 hombres logra llegar a la Luna en una gran cápsula propulsada y, tras caminar sobre la superficie lunar, vuelven a la Tierra, cayendo sobre el océano Pacífico, donde un barco de las fuerzas armadas de EEUU los recoge sanos y salvos. No negarán que suena terriblemente familiar.
Pero de las grandes ciudades futuristas imaginadas hasta la saciedad de coches voladores en infinidad de películas y series, nada hay. Es más, la apuesta del multimillonario y excéntrico Elon Musk va en dirección opuesta, esto es, solucionar los problemas de tráfico de las grandes ciudades mediante túneles magnéticos: un canal magnético en el subsuelo en el que los usuarios, una vez bajado el vehículo mediante una especie de ascensor, no necesitarán tocar el volante o pisar el acelerador para transportarse a una velocidad de 200 kilómetros por hora.
Curioso que entre tanto vaticinio nadie ideara un teléfono móvil. En Blade Runner, película dirigida por Ridley Scott en 1982, un clásico de la ciencia ficción, podemos ver a Roy Batty, el replicante interpretado por Rutger Hauer, haciendo uso de una cabina telefónica en el 2019.
Es más, en la muy muy lejana galaxia ideada por George Lucas en Star Wars, donde hay estaciones espaciales con capacidad para volar por los aires, no hay nada parecido a un teléfono móvil. Hay video llamadas holográficas que se realizan desde algún lugar fijo o, como mucho, desde R2D2. Sorprendentemente, donde sí se intuyó el móvil fue en Superagente 86, esa serie de televisión que parodiaba a las películas de James Bond, con el ‘zapatófono’, uno de los gags más famosos de la serie, en el que el protagonista usaba uno de sus zapatos como teléfono. Otro elemento que los futurólogos no han olido ni de lejos y que ahora es imprescindible para casi todo, manualidades, fontanería, bricolaje, etc. es el pegamento termofusible. El futuro no estaba en las inviables espadas láser, sino en las pistolas de silicona.
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