Dice Maquiavelo en ‘El Príncipe’ que “no es de poca importancia para un príncipe la elección de los ministros, los cuales son buenos o no según la prudencia del príncipe. Cuando son suficientes y fieles, siempre se le puede considerar inteligente porque ha sabido conocerlos bastante bien y mantenerles fieles; pero cuando sean de otro modo, siempre se puede formar sobre él un juicio poco favorable... Pero, ¿cómo puede un príncipe conocer al ministro? He aquí un medio que no falla nunca. Cuando ves al ministro pensar más en sí mismo que en ti y que en todas sus acciones busca su provecho, piensa que ese individuo que así se comporta nunca será buen ministro y nunca podrás fiarte de él”. Lo escribió Maquiavelo hace más de 500 años, pero muchos no lo han leído nunca. No es solo la bondad o maldad de algunos, sino la inteligencia del príncipe en elegirles o en mantenerles a su lado, cuando se sabe que solo han pensado en si mismos y en su provecho personal. Durante muchos años, el Partido Popular, como los demás, han pensado que podían gobernar en la impunidad y que desmanes de algunos no iban a tener castigo social o judicial. El castigo judicial se está produciendo y el social empieza a ser visible. En torno al PP --no solo, pero sí en mayor medida-- se ha instalado la corrupción y Rajoy no ha hecho lo que tenía que hacer para eliminar todas las sospechas. No hay responsabilidad penal, pero sí política, civil y también “in vigilando”.
La condena al Partido Popular por el caso Gürtel precipita todo y en el PP tienen dos opciones: retomar la iniciativa o sostener que los jueces van a por ellos, sin ninguna autocrítica.
Se les ha adelantado el PSOE presentando una moción de censura condenada al fracaso y con intereses claramente partidistas. En Ciudadanos están como locos ante una posible convocatoria electoral que podría situarlos en la cabeza a nivel nacional --otra cosa es que cuenten con la madurez y los equipos suficientes para gobernar--. Y Podemos atraviesa por el mar de las contradicciones de sus líderes y una caída lenta pero permanente de intención de voto. Y tanto en Cataluña como en Vitoria se frotan las manos por la debilidad de quien manda en Madrid y de quien aspira a sucederle. Es una gran oportunidad para lograr ventajas.
Rajoy, que ha logrado recuperar la confianza exterior en España pero que ha hecho una pésima gestión de la corrupción pasada, puede enrocarse en la Moncloa y aparentar que no pasa nada. Es posible que pueda aguantar incluso hasta 2020. Pero las próximas elecciones europeas, autonómicas y locales del 2019, si logra llegar a ellas, pueden ser la tumba del PP. ¿Merece la pena el riesgo? Rajoy tiene dos opciones: una, ofrecer a Ciudadanos y PSOE un Gobierno de concentración, con él o con un presidente independiente, para solucionar la crisis catalana y evitar un posible hundimiento de la confianza en España; la otra, presentar la dimisión y colocar a otro político del PP en la presidencia del Gobierno, con un año para cambiar las cosas.
Alguien ajeno a cualquier sospecha de corrupción, con capacidad de diálogo y con una imagen diferente. Eso, o elecciones anticipadas. Y, en esta situación política, no se sabe a quién podría beneficiar realmente.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/152624/el-principe-rajoy-y-sus-ministros