Este, que es el título de una canción de Jarcha convertida en himno de la Transición, podría ser pronto lema para el más sublime acto de la liturgia de la democracia. Unas Elecciones Generales a corto plazo se vislumbra como la salida más coherente a fin de zanjar el deterioro que está sufriendo el prestigio de las instituciones. Un deterioro con profunda raíz en los casos de corrupción en los que se ve envuelto el PP. Una serie de acontecimientos alrededor de la aprobación de los PGE ha implantado en la opinión pública una sensación de desorden e incertidumbre típica de una situación de entropía.
Relaciono hechos que se han sucedido en apenas una semana de vértigo: “Detención del Sr. Zaplana en la operación Erial; aprobación de los PGE; sentencia del caso Gürtel; presentación de moción de censura por el PSOE”.
El todo poderoso Sr. Zaplana que de la nada llevó al PP valenciano a gobernar la Comunidad, parecía por semejante proeza, inmune a cualquier tentación, pero la brillantez política en algunos casos no está reñida con los más bajos instintos de la condición humana.
Para Cs, objetivo primordial es la estabilidad política y económica y si eso pasa por lograr incluir en los PGE más de 8.000 millones de € para políticas sociales, entiendo que no ha sido un mal negocio. Sí ha sido un mal negocio, el “no es no” del PSOE, propiciando que el PNV se coma la mejor tajada del melón. El entreguismo del PP a los nacionalistas vascos trata de esconder el pánico que produce en ambos un adelanto electoral ante el innegable ascenso de Cs. Magnífico “caldo gordo” el que le han hecho al PNV de forma indirecta el PSOE y de manera directa el PP.
La aureola de corrupción en el PP no para de magnificarse. Están por venir, Lezo, Púnica, y los papeles de Bárcenas entre otros. Hecho cierto es que al PP le han condenado a pagar en el caso Gürtel, 245.000 € como responsable a título lucrativo y que se acredita en la sentencia una caja B en el partido, algo que va a ser determinante en las causas pendientes por mucho que la Sra. De Cospedal intente negar la mayor. El calvario judicial por el que el PP pasará en los próximos meses y años es camino abonado para una continuada y peligrosa inestabilidad. Ante esto no queda más que asumir que la situación del PP ha liquidado la legislatura.
Por primera vez el partido del Gobierno ha sido condenado por corrupción, debilitando al ejecutivo y al país en un momento muy delicado en el que necesitamos un Gobierno fuerte. La situación en su gravead requiere análisis responsable, sereno y una valoración medida, cerrando el paso con el “consenso necesario” al populismo y a las opciones separatistas. Para ello lo que desde Cs proponemos como opción razonable es la de aupar a un independiente consensuado a la Presidencia del Gobierno con el único objetivo de disolver y convocar en un breve corto espacio de tiempo unas elecciones generales.
La opción del Sr. Sánchez, secretario general del PSOE, el de los ERE de Chaves y Griñán, es inviable en los términos planteados si no recaba de los separatistas apoyos a cambio de concesiones, algo que sería absolutamente infumable. El posible apoyo del PNV está más que en el aire; no se sabe qué tendrá más peso, si el infinito agradecimiento de los nacionalistas vascos al PP por su trato de favor en los PGE o posibles promesas del Sr. Sánchez en cuanto a su célebre modelo territorial de nación de naciones. Alcanzar la gobernabilidad del país como pretende el PSOE sin intención de convocar elecciones de forma inmediata, esconde una aviesa intención que es la de copar todo el aparato del Estado el tiempo que sea menester para jugar en las próximas elecciones generales con el factor campo a favor, así de simple.
Ojalá que de todo lo que está por venir, el resultado sea que más pronto que tarde se pueda entonar la canción de Jarcha con la misma convicción con la que se hizo en la Transición. “Habla, pueblo habla, tuyo es el mañana…”
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