Esa fue la herencia del anterior equipo de gobierno de Níjar, 20 millones de deuda en bancos. Cuando se pide hay que tener muy claro que se puede pagar, y obviamente la forma de hacerlo es gestionar los presupuestos con cabeza, tener claros cuáles son tus ingresos y cómo debes aplicarlos. En su momento no debieron caer en la cuenta.
Lo crean o no, la base de esa planificación depende, por encima de todo, de tener un plan concreto sobre qué hacer y para qué. Hay que entender que las inversiones en los municipios se pueden idear para generar mejores condiciones de vida, de emprendimiento profesional o familiar, que al final redundan en una mayor recaudación que viene de atraer nuevos vecinos, más empresas, el crecimiento de sectores productivos y todas esas cosas que parece que se olvidan cuando uno vive más pendiente de cómo se sale en las fotos, en los vídeos de precampaña, que en el retrato de la gestión que son los presupuestos anuales.
En Níjar necesitamos muchas cosas, como un cuartel nuevo de la Guardia Civil, arreglar la bomba de un pozo que lleva tres años inutilizada, obras en San Isidro y una serie de inversiones en caminos rurales en las que intervienen varias administraciones y, por ello, su desarrollo es mucho más lento que si se nos permitiese contar con esos recursos para llevar a cabo estas actuaciones. Y hablamos de obras en las que nosotros mismos ponemos la mayor parte de la inversión.
El motivo de ese retraso es bien sencillo. Arrastramos un plan de ajuste para hacer frente a los veinte millones de euros de deuda en los que se habían metido nuestros antecesores, que fue algo así como tirarse a la piscina sin mirar primero si había algo de agua en ella.
A día de hoy, en el presupuesto de 2018, con un superávit de cinco millones de euros, estamos a las puertas de poder disponer de nuestro dinero para invertir, pero seguimos encontrando piedras en el camino, lo que entre administraciones solemos llamar deslealtad institucional.
En los años que fui delegada de Turismo, Comercio y Deporte de la Junta de Andalucía en Almería nunca olvidé ni de dónde soy ni a quien me debía y me debo, que es a Níjar. Siempre he dicho que somos lo que hacemos por nuestro pueblo y en consecuencia nos recordarán por lo que dejaremos a nuestro paso. En esos mismos años gobernaba el PP en Níjar, pero luché lo indecible para conseguir una piscina en Campohermoso, la fuente de entrada a la misma localidad o el acceso a la villa de Níjar entre otras muchas cosas. Si había un plan turístico, ahí intentaba meter todo lo posible para mi pueblo fuera quien fuese quien inaugurase la obra, porque no se trata de la foto de un día, sino de la queda, de las muchas que se harán después.
Nunca se me ocurrió poner piedras en el camino, ni intentar retrasar una obra o dejar de pedir para los míos, y casi tres años después de haber llegado a la Alcaldía de Níjar, después de haber liquidado más del 51% de la deuda que nos dejaron colgada otros, lo único que pido es que no nos pongan piedras en el camino a nosotros.
Lo único que exijo es que, si aun siendo de Níjar no se está dispuesto a apoyar lo que este pueblo necesita, que por lo menos no se luche en contra. Níjar necesita saber si se está a favor o en contra de la doble vía del AVE hasta el Puerto Seco, o de la rebaja del precio del agua desalada para la agricultura. Necesitamos saber si hoy, ahora, hay disposición para apoyar cosas tan sencillas como un cuartel nuevo de la Guardia Civil, el arreglo de un pozo que llevamos tres años reclamando o el asfaltado de caminos rurales que conducen hasta plantaciones agrícolas. Y sí, es hoy y ahora cuando necesitamos saberlo porque la estrategia electoral casa muy mal con la lealtad que se deben las instituciones y que reclaman los ciudadanos.
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