Libros para decorar

Libros para decorar

Kayros
21:34 • 12 ago. 2011
Las clases medias que se beneficiaron del franquismo no solo por su falta de ideología sino también por su amor al trabajo -todo sea dicho- crearon un tipo sociológico que los historiadores llamaron “los nuevos ricos”. Los nuevos ricos se distinguían por el lugar de veraneo, por romerías del Rocío, por sus coches de alta gama y sobre todo, por sus viviendas lujosas donde reinaba de ordinario el mal gusto. Entrar en una bastaba para darse una idea de que el dueño poseía mucho dinero pero muy poca cultura. Y en su afán de impresionar al visitante intelectual situaba junto a la mesa comedor un simulacro de biblioteca con obras lujosamente encuadernadas. Las lenguas maldicientes decían que el anfitrión compraba los libros por metros, dependiendo del espacio disponible. Allí solía figurar la colección de los Premios Planeta, la Historia del Toreo o alguna que otra colección de películas sobre la guerra mundial. Estaba claro que el dueño no leía. La biblioteca era sólo un artilugio de lucimiento. Estos días quienes revisan las facturas del Ayuntamiento de El Ejido han descubierto, a lo que parece, un pufo de cuarenta mil euros relativo a una remesa de libros de alto standing. Me recordó la vieja historia de los nuevos ricos, y más que nada, lo que me recordó fue que la gobernanza de un ayuntamiento con tan poca lectura no podía acabar bien. Libros para engañar al visitante, libros que nunca se hojean ni siquiera para buscar un seudónimo, una buena metáfora, un ejemplo de honradez a lo largo de los siglos, libros que más que abrir horizontes contribuyen a la mentira de la política, no debieran figurar en ningún estante, y menos en un ayuntamiento. Por contraste, estos días se ha celebrado también el aniversario de la muerte de Tierno Galván, modelo de alcaldes como los quería Platón para regir la polis, cultos , educados, respetuosos con la ciudadanía, defensores de los derechos humanos, amantes incluso con la cultura del pasado. Recuerden aquel gesto humanista de salir a saludar al Papa hablándole en latín. No es que pidamos un Tierno Galván para cada consistorio. Nos bastaría con que los que están no engañaran al pueblo con libros que nunca leen.






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