Hace algunos meses les contábamos las palabras de Gabriel Amat en una reunión de la Ejecutiva del PP, en las que ponía el acento en los sueldos que se pueden perder en las próximas elecciones y los lloros y lamentos que le llegan al partido por parte de esas familias que pierden sus trabajos políticos. Pedía entonces el líder del PP que había que salir a la calle a luchar de cara a las elecciones municipales para mantener esos sueldos, que no quería volver a pasar por el trance de hace algunos años, de ver como llegaban familias a pedir, a rogar un puesto de trabajo. Ese miedo sentido en su día por el presidente del PP y temido de nuevo ante las elecciones que se avecinan, está llegando a un colectivo donde no se había manifestado hasta el momento: El sindical. Están en marcha las elecciones sindicales y entre los sindicalistas almerienses liberados el fantasma del tajo diario, de levantarse a las siete de la mañana, de tener que fichar a la entrada y a la salida se le presenta como algo factible. Y no vean el temor que se ha desatado. Ya lo dijo el señor Amat, nos jugamos el sueldo de muchas familias. Los sindicalistas no se juegan el sueldo, es cierto, pero en la ruleta de las elecciones sindicales está el volver a trabajar, unos a la escuela a verse las caras de nuevo con los chavales, otros al hospital, los que no a la oficina de turno. Tras unos años de vida liberal sindical, sin unos jefes directos que atosiguen, sin unos horarios fijos que cumplir, retornar a la rutina olvidada no es plato de gusto para nadie, aunque el cocinero tenga todas las estrellas del mundo sobre la fachada de su restaurante. Y en esas andan ahora los sindicalistas almerienses, especialmente en UGT y CC.OO, celebrando unas elecciones que no pueden perder, en ellas les va mucho. Cuentan en UGT y en CC.OO que los sindicatos profesionales vienen apretando muy fuerte y se temen un descalabro de los clásicos. Algo parecido a lo que ha ocurrido en la política, que el personal que vota se ha cansado de los partidos conocidos, de las caras duras de siempre, que han sido muchos años de aguante y que hay que cambiar.
Comprendo el temor expresado por estos liberados sindicales, hay que dar la batalla en los tajos donde ya se está votando y hay que lograr volver a tener el voto de los trabajadores.
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