Primarias en el PSOE: La verdad de las mentiras

Pedro Manuel de La Cruz
00:19 • 17 jun. 2018

Hace apenas unos días, un dirigente del PP en Almería entró en mi despacho:



-¿Quieres saber a quién van a votar los cientos de militantes que acaban de entrar en el PSOE?



No dejó tiempo a la respuesta. Desenfundó el móvil. Buscó en el correo electrónico y disparó.



Ahí estaban. Sobre la pantalla aparecían, uno a uno, el nombre y los apellidos de los centenares de nuevos afiliados que acababan de ser admitidos. La relación estaba escrita por orden alfabético y algunos aparecían distinguidos con el amarillo de un rotulador fluorescente. “Los que aparecen marcados con ese color votarán a Pérez Navas; los otros a Adriana Valverde”. 



Nadie ha dudado nunca- aunque cínicamente digan lo contrario- que las primarias que hoy celebran los socialistas de la capital van a ser una escenificación en la que nada es lo que parece. Bajo la apariencia estética de la elección del candidato o candidata a la alcaldía, lo que los socialistas deciden hoy es la continuidad de la hegemonía sanchista en la dirección local o su derrota por los partidarios de Susana Díaz. La elección del candidato es otra batalla más en la guerra de los cuarenta años del PSOE. Una guerra en la que el instinto de preservación de los intereses y ambiciones personales ha alcanzado tal nivel de refinamiento que nunca hay muertos políticos, solo heridos. Esa estrategia ha facilitado la construcción de un bucle interminable en el que los triunfadores de una batalla fueron los derrotados de la siguiente para regresar en la posterior a la cima y más tarde al valle y así una y otra vez, una y otra vez, permanecer en la noria cambiando de posición y viviendo de victoria en victoria hasta la derrota final en todas las elecciones en los últimos años.



Un carrusel tan contradictorio ha propiciado situaciones tan impúdicas como ver abrazados hoy a los enemigos encarnizados de ayer, o asistir a cómo los que hoy se enfrentan con impiedad ayer se conjuraron para derrotar a los que ellos mismos habían llevado a la cúspide. La dificultad para comprender un relato tan confuso es la consecuencia inevitable de la acumulación de intereses a que responden sus protagonistas.



A los que en uno u otro bando están detrás de las bambalinas y mueven a los candidatos de hoy no les interesa la llegada a la alcaldía de sus patrocinados. Si la alcanzan, mejor; pero lo que les interesa es tomar la plaza y entregársela a Susana o Sánchez para hacer méritos ante ellos. Esa es la realidad. La gobernanza de Almería es un argumento al que no han dedicado ni un minuto. Todas las horas de su esfuerzo están en la toma de esa Bastilla en la que no cortarán ninguna cabeza no vaya a ser que, tras la próxima batalla, sean ellos los que suban al patíbulo.



Es un juego con cartas marcadas. Desde la afiliación masiva de más de seiscientos militantes que descubrieron en poco mas de 72 horas la fe socialista a la que no se habían acercado en toda su vida, a los conversos que pasaron de los elogios a Franco y las criticas a Zapatero a la adhesión inquebrantable a Sánchez, de la presencia en las mesas electorales como apoderados del PP a la primera línea en la fuerza de choque socialista o, como el viernes desvelaba un audio de Onda Cero, de ofrecer a un parado un puesto de trabajo si se afiliaba y votaba a una de las dos opciones a, como informa hoy La Voz, correr a firmar la afiliación olvidándose en el camino la obligatoriedad de pagar la cuota, pensando, quizá, que alguien se las abonaría en agradecimiento, todo ha sido una falsedad mal ensayada porque los medios, todos, la han mostrado a la ciudadanía. En definitiva, una partida trucada en la que, a la vista de lo visto, nada es lo que parece. Allá ellos.


Lo lamentable es que, en medio de tanto ruido interesado, nadie ha escuchado una voz de lo que unos y otros piensan sobre como mejorar el estado de la ciudad, cuál sería su plan estratégico, cómo debería ser la Almería del futuro. Están tan ensimismados en contar votos o en buscar militantes que lleven en sus coches a votar a los más cómodos, que los ciudadanos están esperando que alguno de los contendientes haga oír al gobierno su reivindicación sobre la llegada del AVE sin más retrasos, la bonificación del agua desalada, las obras del Cable Inglés o el proyecto Puerto-Ciudad. Estos son temas sin importancia. 


Lo importante es tomar la sede y hacer méritos para asegurarse el cargo que ya tienen o alcanzar al que aspiran. 


Y mientras tanto, en el PP cuentan cuántos de esas centurias de nuevos militantes socialistas volverán a sus filas cuando les llamen mientras tocan la lira viendo el incendio en el que se destruyen sus adversarios.


Esa es la verdad que hay detrás de la mentira de un teatro en el que los actores cambian para que todo siga igual. 


Como diría un buen marxista (de Groucho): es la guerra, más madera. Que siga la fiesta.



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