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Kayros
21:34 • 15 ago. 2011
Un empresario ambicioso, acostumbrado a horizontes de grandeza, y un obseso del triunfo cueste lo que cueste rigen hoy al Real Madrid. Da la impresión de que no buscan la belleza del fútbol ni crear grandes jugadores desde la base fomentando la cantera propia. Lo que verdaderamente les impele es la pasión desordenada de ganarle al Barcelona C.F, para lo cual castigan el talonario hasta exprimirlo en busca de craks por todo el planeta. Poco importa que el país esté al borde de la quiebra. Como me decía hace poco un amigo: Estaremos mal económicamente pero en fútbol somos los primeros del mundo. La otra cara de la moneda la tenemos en los demás equipos que no pueden pagar la nómina y por algo en este momento amenazan con una huelga no solo de brazos caído sino de piernas paradas y de balones quietos. Es la imagen también de nuestro sistema político. Aquí no hay unión entre los partidos, como han hecho los ingleses, para salir momentáneamente y todos juntos de una tragedia. Aquí mientras unos hacen reformas, otros se dedican a pedir adelanto de elecciones. Y como ya se adelantaron ahora piden más adelanto. Rajoy, el político a quien The Economist definió como “el que no tiene nada que decir”, afirma ahora que las elecciones son “urgentes”. Muy bien, pues aquí esperamos con toda la prisa que nos es posible. En vano los periodistas conscientes advierten que lo decisivo en este momento es abandonar la lucha electoral y salir en derechura a lo que importa, menos competición y más creatividad unitaria. Pero donde el conflicto adquiere tonalidades patéticas es en el viejo contencioso del capital y el trabajo. No contentos los empresarios con un despido casi libre, ahora se quejan de que las consecuencia de la crisis están cayendo sobre sus hombros. Sin embargo basta que se nombre algún tipo de impuesto a las rentas altas para que salgan corriendo. Los salarios caen, el empleo aumenta. Y si el necesario acercamiento hacia los amos no ha sido posible con un gobierno socialista, díganme qué va a ocurrir en cuanto la derecha pura y dura tome la riendas del poder en la Moncloa. Dios quiera que no nos pase como a las viudas en Castilla La Mancha. Los 42.711 millones del fraude fiscal que han puesto a buen recaudo las más altas familias no hacen pensar nada halagueño.






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