Ishaan Tharoor es profesor en la Escuela de Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown. Y acaba de escribir lo siguiente sobre algo de lo más candente estos días en Europa y en EEUU: ‘En un solo día, el presidente Trump alertó esta semana sobre los inmigrantes que ‘infestan’ Estados Unidos, y el nuevo ministro de Interior de extrema derecha italiano prometió ‘purificar’ su país con deportaciones masivas de los que buscan asilo. Mientras tanto, España tomó otro rumbo’.
Tharoor también es columnista de The Washington Post, después de publicar análisis y comentarios en la revistas Time y New Yorker. Durante el viaje de los Reyes a EEUU y la algo incómoda reunión con Trump y Melania por tantas razones, desde los vestidos hasta las caras de circunstancias, el ministro de Exteriores del Gobierno Sánchez no se durmió. Siguió con su campaña de contar las verdades del barquero a los que se han dejado llevar tanto tiempo por la propaganda secesionista. Y a los que habían dado por perdido el protagonismo de España en la esfera internacional.
Un artículo de Tharoor en el WP, como otros anteriores en Financial Times y otros periódicos tras charlar con Josep Borrell, pone las cosas en su sitio. El titular es un tanto pretencioso y engañoso, dadas las circunstancias: ‘España llega en defensa de Europa’. Pero llega el mensaje: con su actitud en el caso del Aquarius, España ha devuelto a Europa sus valores, tan resquebrajados últimamente no sólo en Italia sino en países del Este.
La inmigración es el problema, pero la misión va más lejos. En su entrevista con el columnista del WP, Borrell le centró la meta final: ‘Mientras Rajoy era un actor algo apagado en la escena europea, Sánchez está listo para desempeñar un papel más importante’.
¿Un segundo Macron? No sólo lo menciona el diario de la capital norteamericana, sino que numerosos medios están interpretando el impetuoso regreso de Sánchez como una señal de que Europa tiene más futuro del que le conceden algunos pesimistas. Borrell no critica, sino que comprende, la actitud italiana, pero lo que hay que hacer es ‘fomentar el desarrollo’ en los países africanos emisores de emigrantes. ‘No es cuestión de caridad’, sino un deber humanitario y en interés de la economía.
Otra frase de Borrell: ‘Podemos debatir sobre el número de inmigrantes que hay que admitir, pero lo que no podemos discutir es que sólo se acepten en función de su religión’. Al mismo tiempo, reconoce que la tarea es ardua: ‘La socialdemocracia era el 40% de los votantes en todas partes, desde Suecia hasta España, Reino Unido y Grecia, pero ahora es sólo el 20% en el mejor de los casos’. Y no es cosa de que esos votos se hayan ido a los partidos de centro-derecha, sino a los populismos.
Es el reto: La socialdemocracia era una fuerza para combatir la desigualdad y creó las sociedades más igualitarias del mundo, la mejor combinación de libertad política, prosperidad económica y cohesión social; estos valores son hoy día tan relevantes como siempre, porque la desigualdad es el gran peligro; tenemos la oportunidad de demostrar que podemos aportar soluciones, lo mismo que hicimos tras la II Guerra Mundial’.
¿Macron, o Trudeadu? ¿ O ambos? Dentro del interés que ha despertado Sánchez en la prensa internacional, el portal Politico ha analizado su estilo. Y según Kait Bolongaro y Diego Torres, hay al menos cuatro puntos en los que el presidente español parece haberse inspirado en el primer ministro canadiense: la promoción de las mujeres con casi dos tercios de ministras en su Gobierno; la firme postura a favor de la política humanitaria en cuanto a la inmigración; la vocación de cerrar heridas del pasado con la Memoria Histórica, aunque otros lo ven al revés; y el énfasis en la comunicación, como se ha visto con la divulgación de fotos en actividades informales.
La meta y las intenciones están claras, pero ‘¿Puede Pedro Sánchez unir España de nuevo?’. Es el título de un análisis de fondo Raphael Minder en la revista Foreign Policy. Minder es el corresponsal de The New York Times en España desde hace unos cuantos años, y por tanto se sabe la lección. Califica al presidente de ‘superviviente político’, y como prueba cuenta sus derrotas electorales y su caída del olimpo dentro del propio PSOE, hasta el punto de que El País publicó un editorial hace menos de dos años en el que lo tildó de ‘insensato sin escrúpulos’.
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