José Luis Abalos, que es hoy Ministro de Fomento de España porque su partido, el PSOE, acordó una moción de censura con el voto de aquellos con los que dijo que jamás los socialistas cerrarían una moción de censura, recibe esta mañana en su despacho de Madrid al Alcalde de Granada, para discutir plazos y alcances de las actuaciones infraestructurales que dicho ministerio tiene en marcha para esa ciudad. Que ese alcalde sea de su mismo partido, el PSOE, es una casualidad que no debe permitirnos extraer conclusiones erróneas sobre las prioridades e intereses del Gobierno de la Dignidad y la Regeneración.
Del mismo modo, tampoco debemos interpretar de manera equivocada el silencio con el que el ministro Abalos ha respondido a la petición de entrevista que hace un mes le envió el alcalde de Almería, que no es del PSOE. El silencio proactivo y la recuperación de la memoria silente son dos fórmulas de prospección de escenarios de diálogo constructivo. O como se diga. Menuda suerte tienen en Granada y qué mala suerte tenemos en Almería, porque no es la primera vez que pasa algo parecido. Cuando nuestro alcalde tomó posesión de su cargo, lo primero que hizo fue solicitar una entrevista con la Presidenta de la Junta de Andalucía, la socialista Susana Díaz, para abordar el estado de proyectos autonómicos en Almería. “Problemas de agenda”, según decían en Sevilla, retrasaron año y medio la esperada cita.
Sin embargo, a lo largo de ese tiempo se comprobó que la agenda socialista es como el carácter femenino retratado por Verdi -ese pedazo de machista- en su inmortal aria “La donna è mobile”, cuando dice que muda de acento y pensamiento: cuarenta y ocho horas después de que el PSOE desalojase al alcalde popular de Granada, doña Susana se plantó en el Ayuntamiento granadino para entrevistarse con el nuevo alcalde de la ciudad. Menos mal que hemos entrado en un tiempo nuevo y todo eso.
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