Un régimen totalitario no se instala de la noche a la mañana, sino que va introduciéndose poco a poco, con propuestas de apariencia racional, dando dividiendo a la sociedad en guardianes de las esencias -los que mandan- y presuntamente beneficiarios de esas esencias -los que obedecen-. Todo aspirante a tirano comienza poco a poco y, cuando alcanza su objetivo, es muy difícil desmontar su tinglado totalitario, porque gran parte de los esclavizados están de acuerdo con su condición, debido a que han crecido con el lavado cerebral correspondiente.
El totalitarismo balear ha llegado a imponer un solo idioma para la atención sanitaria. Todavía no se ha demostrado que un oncogén reaccione de manera distinta según el idioma que hablen médico y paciente, pero debe tener estudios que todavía no han visto la luz, en los que seguramente se demostrará que el cáncer se cura si el oncogén oye hablar en catalán. El penúltimo abuso, que promete ser un hito mundial, es que el recreo escolar va a estar controlado colegialmente. ¡El recreo!
¿Jugar? Sí, pero con reglas que acrediten el espíritu de progreso de los totalitarios, juegos debidamente dirigidos, no sea que los niños no quieran jugar con las niñas. O al revés. A ver si la espontaneidad, la libertad en el desarrollo social se van a llevar a cabo sin la supervisión de los comisarios políticos, que indicarán qué juego es bueno, cuál es execrable, a la vez que se retratan las tendencias de los alumnos en ese espacio en el que ellos se creen libres, pero que estará debidamente controlado, para que no existan desvíos perjudiciales que alejen a los educandos del pensamiento único y nacionalista.
El totalitarismo balear avanza de manera inexorable. Y, como todos los totalitarismos, sean de derechas o de izquierdas, saben que el fin justifica los medios. Puede que a la decadente sociedad burguesa le repugne que los recreos de las escuelas se llenen de comisarios políticos, pero ellos lo hacen por su bien, por su bien totalitario. La próxima vuelta de tuerca puede ser el acicate y el estímulo a la aparición del niño delator. Eso pondrá a Baleares en vanguardia del totalitarismo coetáneo.
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