Un pacto por las obras

La nueva presidenta de Adif, Isabel Pardo de Vera, considera que la planificación de las infraestructuras no debe responder a decisiones políticas que nada tienen que ver con la realidad del proyecto. No puedo estar más de acuerdo con la señora de Vera. El día que en España dejemos de planificar las cosas en términos de horizontes electorales y pensemos las cosas de cara a las próximas generaciones, nuestra democracia habrá dado un importante salto cualitativo. Los grandes proyectos infraestructurales trascienden del tiempo y el espacio de los diferentes gobiernos y deberíamos de tener claro que, más que de un partido o de un presidente, son proyectos de la gente y para la gente. Por eso suscribo la idea de la presidenta, expresada en una entrevista concedida a la Agencia EFE, de alcanzar un pacto de Estado en materia de infraestructuras. En esas declaraciones, la presidenta dice algo que todos sabemos, pero que no parece interesar demasiado a ningún gobierno. “Es difícil para una empresa como Adif planificar con horizontes políticos que nada tienen que ver con la realidad de una infraestructura que tiene un ciclo, cuando menos, de 8-10 años desde el inicio hasta el final del proyecto”. Y ahí está la tragedia de los grandes proyectos en nuestro país, que son los que primero sufren las consecuencias de los normales cambios de gobierno. La manía de los partidos por corregir -cuando no eliminar- lo realizado por el anterior gobierno, pone en riesgo la existencia de desarrollos a largo plazo. Por eso creo que es tan necesario un acuerdo entre partidos capaz de blindar estos grandes proyectos destinados a generar infraestructuras para una generación entera de españoles. Un pacto que, por ejemplo, habría sido muy útil en el caso del derogado Plan Hidrológico Nacional, fulminado de un plumazo cuando estaba a punto de iniciarse por el primer gobierno de Zapatero, que pagaba de ese modo el apoyo de los independentistas catalanes. Para que luego digan que la Historia no se repite.