El Papa y sus jerarcas en Madrid

El Papa y sus jerarcas en Madrid

José María Pérez Tudela
22:07 • 21 ago. 2011
La llegada de Benedicto y su séquito a la Villa y Corte de Madrid ha revolucionado al mundo católico y opta por los jóvenes olvidando que hay hombres maduros y ancianos que comulgan con su forma de encauzar y ordenar cuestiones; desde mi óptica honesta y sin empañar le sugiero que el perdón a las que hayan abortado lo haga extensivo y para siempre. Seguro que si la Iglesia hubiese sido más sensible a los problemas del control de natalidad y esta medida se hubiera promulgado siglos antes la carne de cañón no habría sembrado el mundo con sangre de criaturas inocentes. “Nunca es tarde si la dicha es buena”. “El que peca y se enmienda a Dios se encomienda”. Aunque, desgraciadamente, lo dicho es un parche conformista que Benedicto se ha sacado de la manga.
La comida que el papa Benedicto tomó en la residencia del cardenal y arzobispo de Madrid Antonio María Rouco Varela, y que según sus propias palabras era un menú de ancianos, estuvo compuesta por entrantes muy tradicionales -varios típicos españoles- aceitunas, tostadas de foie, más tarde una tabla de ibéricos, otra de cuadraditos de corazón de queso.
En cuanto a los principales se sirvió salmorejo con huevos de codorniz con una salsa de vino tinto. Voy a añadir con leve, muy leve ironía “que a tal señor tal honor”. El vino debería haber sido un tinto de Vega Sicilia.
No recuerdo al autor, pero si el fragmento: “La noche ahora sólo tiene una estrella. El niño desnudo aún no sabe que somos culpables de silencio, Nosotros, los vivos de abril, en Paz”.
Ah, el cólera se extiende de manera alarmante por Somalia y el mundo ladra a la Luna cual perros rabiosos.
El papa y sus asesores -sobre todo Rouco Varela, pequeño incordio- no han graduado bien el momento trágico y sobrecogedor que vive el mundo y consecuentemente España, donde te abordan personas honestas, llenas de pudor sus manos heridas, pidiendo aquello antañón y triste: “Una limosna por Dios”.
En cuestiones crematísticas solamente un ligero apunte. Los gastos originados por la visita de tan egregios personajes siempre los paga el pueblo y en este caso concreto deberían pagarlos los católicos dando así testimonio de su probada fe.
En cuanto a los oportunistas y coyunturales siempre me han producido asco y no veo razón alguna para que los ateos rompan el entusiasmo de los que quieran celebrar estas Jornadas Mundiales de la Juventud.
“Dejad que huya el cuervo herido y el corzo ileso y siga retozando, cuando uno vela, el otro está dormido, y de este modo el mundo va marchando”.






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