El último CIS ha tenido que ser una alegría para el Presidente Sánchez. Sus trabajos tienen una sistemática ya muy asentada y la muestra es la más amplia que se utiliza en España para cualquier trabajo demoscópico.
Sin embargo este CIS que ha tenido que dar una alegría al Presidente se produce en un momento que ya se define por propios y extraños como de "luna de miel", en este caso para el Ejecutivo. También subió el PSOE nada más ser elegido Pedro Sanchez como secretario general. Todo hace pensar que cualquier novedad, cualquier movimiento llamativo tiene un efecto favorable a quien lo hace. La prudencia en la alegría suele ser una buena receta.
La encuesta se ha realizado en plena "luna de miel" del PSOE, o mejor dicho, del Gobierno porque el Ejecutivo ha fagocitado al partido, circunstancia esta que en algún momento su secretario general deberá enmendar. El CIS no recoge lo que podríamos llamar el "efecto Casado" y es muy probable, por no decir seguro, que el extraordinario, por desconocido, movimiento generado por el PP tras la marcha de Rajoy y su aún muy reciente Congreso, tendrá su reflejo en sucesivos trabajos del propio CIS. De acuerdo con opiniones de sociólogos solventes, el PP podría registrar un alza significativa sobre ese 20,4% que le atribuye el CIS.
Lo cierto es que tanto Pedro Sánchez como el propio Pablo Casado necesitan generar poso en la percepción ciudadana. El vértigo en el que se ha instalado la política española en su conjunto hace imposible llegar a conclusiones que sirvan para algo más que realizar interpretaciones.
Lo que no es pasajero y sí una clara y sostenida tendencia es el bajón de Podemos. Eso sí que se ha asentado convirtiendo al PSOE en el partido referente de la izquierda. Y eso seguirá siendo así aun cuando futuros sondeos dieran al PSOE algún punto menos. Los socialistas tienen fuerza suficiente para que Podemos no les tosa demasiado fuerte pese a que el grupo parlamentario de Pablo Iglesias le resulte un compañero de viaje imprescindible para mantearse en La Moncloa hasta el 2020.
PP y Ciudadanos aparecen igualados. En este caso la diferencia a favor del PP es que no se ha valorado un PP con un nuevo líder. Y aquí está el reto del joven presidente de los populares. Conjurar el eventual sorpasso de Ciudadanos. De acuerdo con los datos de las últimas elecciones, los populares son la primera fuerza política, a más de cien escaños de diferencia con el partido de Rivera. El CIS otorga a los populares una caída en toda regla y habrá que esperar al próximo para comprobar la fugacidad o no de estos datos.
Tanto a Pedro Sánchez como a Pablo Casado se les ha acabado la luna de miel. Ahora, el primero, se enfrenta a la gestión de problemas muy serios desde una posición de extrema debilidad parlamentaria. Al segundo le toca poner su partido a punto, colocarle en el tablero político y eso tiene sus riesgos. Nada hay más fácil cuando se tiene poder que cometer errores. Y por errores que cometan el que no gane las próximas elecciones, no sería justo que sus partidos convirtieran esa derrota en una enmienda a la totalidad. Sánchez, guste o no, ha sacado al PSOE del desierto y Pablo Casado se merece algo más que una oportunidad.
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