Se va acabando el periodo de gracia que todo Gobierno merece y, de momento, su gestión se resume en gestos y nada más. Era evidente que la extrema minoría parlamentaria iba a dificultar o impedir cualquier proyecto ambicioso. Pero el incremento de voto socialista que contempla el CIS puede ser la puntilla que necesitaba Podemos para pasar a una oposición de barricadas.
Pablo Iglesias e Irene Montero están dedicados a lo verdaderamente importante que es el cuidado de sus hijos prematuros y, además, agosto es un mes inhábil prácticamente para todo. Por eso septiembre puede marcar la pauta de la resistencia de Sánchez a una convocatoria electoral.
Es difícil resistir en la Moncloa cuando la reunión bilateral con la Generalitat sólo ha servido para corroborar las diferencias insalvables entre ambas instituciones del Estado, cuando la cita con el nuevo líder popular, Pablo Casado, evidencia que no hay acuerdo posible ni siquiera en temas de Estado, cuando en Podemos se oyen voces que reclaman marcar territorio para recuperará el voto que les está quitando el PSOE.
Pero lo que hace casi imposible la acción política es tener que prorrogar unos presupuestos hechos por el ministro Montoro y no por la ministra Montero. Es verdad que las cuentas públicas del PP trazaban la senda de un tímido desahogo de los recortes sociales, pero son insuficientes para que Pedro Sánchez convierta en realidad las promesas hechas al llegar al poder.
Temas tan urgentes como dotar al pacto contra la violencia machista del dinero que permita la protección de las mujeres maltratadas se ha podido hacer, un año después de aprobado y con varias decenas de mujeres asesinadas, porque ya estaba contemplado en los presupuestos en vigor. Y así con todo.
Se puede gobernar, aún siendo muy poco ortodoxo y democrático, mediante Decretos-Ley. Lo que resulta imposible es dotarlos económicamente y su desarrollo conducirá a la melancolía.
De momento, se ha dejado para septiembre el traslado de los restos del dictador fuera Del Valle de los Caídos. Algo que en principio parecía tan sencillo, casi un gesto, se antoja ahora muy complicado. Para justificar el retraso, desde algunos sectores se insinúa que podría hacerse coincidir con el aniversario del referéndum ilegal del 1 de Octubre para contrarrestar el efecto propagandístico de los independentistas catalanes...
No parece por otro lado que a Ciudadanos y a su líder Albert Rivera les guste la asimilación que los votantes hacen con sus propuestas y las del PP. O sea, que los coloquen tan claramente a la derecha del espectro ideológico. Alejarse del centro merma las expectativas electorales que antes de la moción de censura parecían hacerles tocar la gloria.
Transcurrido el periodo de gracia y con una labor gubernamental exclusivamente de gestos el próximo CIS podría no ser tan amable. Por eso comienza a oírse dentro del PSOE el runrún de adelanto electoral.
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Victoria Lafora