Felipe es rey y jefe del Estado

José Luis Gómez
00:30 • 06 ago. 2018

Felipe VI tiene dificultades de convivencia con políticos independentistas de comunidades como Cataluña o Baleares debido al papel de la Casa Real en la crisis política catalana y, en especial, al discurso del monarca del pasado 3 de octubre, por entenderse desde Barcelona que estaba cargado de odio contra la ciudadanía catalana que había sufrido la violencia policial. Es su punto de vista, políticamente respetable, del mismo modo que lo sería el de Felipe VI. Por tanto, algo comprensible en un país democrático con libertad de expresión.


El problema, desde el punto de vista político, no está en lo que piensen unos y otros, ni siquiera en las críticas demoledoras que se hacen en ese contexto. Tampoco hay mayor problema si las discrepancias se producen en el marco del debate parlamentario. Faltaría más.


Las dificultades empiezan a surgir en el plano de la representación institucional si se llega al extremo de negar las legitimidades de las partes en conflicto, ya que no es lo mismo la representación institucional que la mera representación partidaria. Quim Torra, por ejemplo, no es solo un político independentista catalán, es el presidente de la Generalitat de Cataluña y, como tal, es oficialmente el primer representante del Estado en Cataluña. Es decir, en su casa, en la prensa o en el Parlamento puede decir lo que quiera pero como presidente de todos los catalanes y como autoridad del Estado las comunidades autónomas son Estado (debe respetar a todos los ciudadanos)a todos, sin excepciones y al propio Estado español.



Con Felipe de Borbón pasa algo por el estilo, aunque su caso es más particular y peculiar. El rey es el jefe del Estado, y lo es porque así lo dice la Constitución. Puede opinarse lo que se quiera al respecto, pero no se puede cuestionar ese precepto constitucional, salvo modificando la Carta Magna, para lo cual existen vías. Quiere eso decir que en España, mientras no se cambie la Constitución, hay un jefe del Estado que es rey. Obviamente, eso no le gusta a mucha gente pero es lo que hay. Y no solo eso, como jefe del Estado es el símbolo de su unidad y permanencia, con poderes para arbitrar y moderar el funcionamiento regular de las instituciones, asumir la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejercer las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes.


¿Se puede cuestionar la monarquía? Claro. ¿Y al rey? También. Lo que no puede un Estado es no tener jefe del Estado, sea rey o no lo sea. Algo tan obvio parece que se está olvidando en una parte de España --y de los españoles-- al no caer en la cuenta de que Felipe es rey y jefe del Estado, en todo su territorio. Probablemente esta situación admite una revisión constitucional pero eso es algo que exige modificar la Carta Magna. Cuando el presidente de la Generalitat dice que él no invita al jefe del Estado a ningún acto no pasa nada. No está escrito en ningún sitio que deba invitar a Felipe VI. Ya es más discutible lo que subraya a continuación cuando asegura que no asistirá a ningún acto convocado por la Casa Real.





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