La calidad de la democracia

Francisco Muro de Íscar
07:00 • 30 ago. 2018

El presidente Rajoy era uno de los líderes políticos menos valorados y su caudal político estaba agotado mucho antes de que prosperara la moción de censura. Lo peligroso es que, dentro de unas semanas o de unos meses, echemos de menos a Rajoy. 


Muchos esperábamos -y más por el bagaje político de los nuevos ministros y lo que parecía un presidente que había aprendido de sus errores- que mejorarían algunas cosas con el nuevo Gobierno. Que tratarían de afrontar los problemas importantes. Se han quedado en sacar a Franco como sea del Valle de los Caídos. Pensábamos que era posible un mayor respeto a la democracia. Pero gobiernan con el decreto ley en la pistolera y, como dice Sosa Wagner, "el decreto ley era abominable con Rajoy, pero en manos de Sánchez adquiere un suave aroma democrático". Fueron los socialistas los que recurrieron muchos decretos ley ante el Tribunal Constitucional y el TC les dio la razón por el uso ilegítimo de una medida excepcional.


Se esperaba una política de derechos humanos reforzada y acabamos expulsando a los inmigrantes sin respetar sus derechos y criminalizándoles judicial y socialmente. Buscábamos coherencia y unidad en el Gobierno y encontramos ocurrencias, contradicciones permanentes y rectificaciones de 180 grados en apenas unas horas como en el caso del juez Llarena. 



Queríamos unos medios de comunicación públicos independientes y los directivos provisionales de RTVE han cambiado a casi todos los anteriores como si fueran a dirigirla durante años. Hablábamos de profesionalizar la Administración Pública y un Gobierno teóricamente provisional ha nombrado más ministros, más asesores  que nunca, ha cambiado a la mitad de los embajadores y ha puesto en todas las empresas públicas a políticos de partido. Buscábamos instituciones fuertes y lo primero que se pretende es cargarse el Senado y alterar la norma constitucional. Y más impuestos y gasto público. Todo eso desde la inestabilidad parlamentaria, la dependencia de socios nada fiables, la provisionalidad y la debilidad. Es un vaciamiento encubierto de la democracia.






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