El 26 de agosto aparece en La Voz de Almería un artículo de opinión firmado por Emilio Ruiz titulado El taurino Colegio de Médicos, sobre el Trofeo creado en el año 2014 por la Junta directiva del Colegio de médicos de Almería, a fin de premiar el mejor quite efectuado durante la lidia en las plazas de toros de Almería y provincia.
Emilio Ruiz opina que los motivos para la concesión del Trofeo no pueden ser de tipo ético o deontológico: No consigo determinar en cuál de los fines fundamentales del Colegio de Médicos de Almería tiene encaje este galardón (…). En el de la salvaguardia y observancia de los principios deontológicos y ético‐sociales de la profesión médica y de su dignidad y prestigio, tampoco lo creo.
Al final, acaba alineándose con un colectivo de médicos que está en contra de que el Colegio financie con sus fondos corporativos el citado Trofeo: Un grupo de médicos de Almería se ha dirigido al presidente del colegio para quejarse de estas parafernalias festivas que nada tienen que ver con la profesión. Lo ha hecho con un escrito tremendamente duro. “Con la celebración de este acto y entrega de dicho premio se promueve el pretérito salvajismo alejando a la institución del progreso moral propio del siglo que vivimos”, dice en uno de sus párrafos. “Consideramos indigno e inadecuado que se use parte de nuestra cuota como colegiado para sufragar un premio de un espectáculo que consideramos constituye un acto de maltrato institucionalizado”, dicen en otro.
En medio, y como gracieta, ironiza sobre que el Trofeo se denomine Quite Providencial.
Es evidente que se puede opinar de todo, faltaría más, pero lo que no se debe es opinar sin saber como demuestra Emilio Ruiz en este artículo.
Está claro que el escrito del citado colectivo de colegiados de marcado carácter antitaurino le ha valido para sumarse al carro y alinearse contra los toros, pero su referencia a la ética deja claro que no sabe, ni por aproximación, de qué habla.
Ignora Emilio Ruiz que cualquier Código ético o Deontológico actual –modernamente enlazados con la Bioética‐ deriva de Hipócrates y Galeno, se llama Juramento Hipocrático al que en público pueden pronunciar los que se gradúan en medicina ante los otros médicos y ante la comunidad. Su contenido es de carácter ético, para orientar la práctica de su oficio.
Con Hipócrates se supera la era pretécnica de la medicina y la creencia de que la medicina sea una combinación de empirismo y magia, con un trasfondo sobrenatural y con unos médicos que eran sacerdotes, Hipócrates niega que las enfermedades obedezcan a causas sobrenaturales. A partir de esta visión, una nueva actitud es imprimida por Hipócrates: la «era de la técnica de la medicina». Debemos recordar que los conocimientos médicos se heredaban, se transmitían de generación a generación. La profesión tenía carácter de secta; es evidente que dentro de este clima los ciudadanos dudasen y desconfiaran de los médicos, pues no existían disposiciones que obligaran al practicante a ser responsable de sus actos. Hipócrates indujo a la secta a dictar sus propias normas de conductas, las cuales quedaron consignadas en un documento que pasó a la posteridad con el nombre de juramento hipocrático. Se puede decir que de la ética médica hipocrática se desprende la ética moral profesional, aplicable a cualquier actividad, que obliga a quien la desempeñe a ejercerla a la perfección, con el fin de procurar el beneficio del otro. Esa es la clave.
El Colegio de Médicos no crea el Trofeo por su taurinismo sino porque dentro de las disciplinas médicas existe la Cirugía y, por supuesto, la Cirugía Taurina que ha contribuido y muy mucho a mejorar los niveles científicos de la Cirugía en general con sus aportaciones técnicas en contra de lo que ironiza Emilio Ruiz (Pudiera ser que los dirigentes del Colegio pensaran en el fin que establece “la promoción por todos los medios a su alcance, de la constante mejora de los niveles científicos…).
La prueba de ello es que el primer Trofeo que se concede es al Equipo de Médicos de la Plaza, tan colegiados como los demás y transmisores en el ejercicio de su actividad de los principios de Hipócrates de procurar el beneficio del otro, en este caso el torero, y trasladar sus conocimientos a los demás compañeros de profesión.
Sin entrar en consideraciones taurinas, me gustaría por último comprobar si en el colectivo de médicos firmantes hay alguno que en virtud de la ética hipocrática de procurar el beneficio del otro se haya manifestado en contra de las llamadas Subastas de medicamentos de Andalucía.
Consisten las Subastas en que a los andaluces se les tiene que dispensar, si el médico prescriptor cumple las normas establecidas por la Junta, unos medicamentos de laboratorios que están prohibidos en muchos países occidentales por su ínfima calidad. Se sabe, sin discusión alguna, que muchos de ellos, si no la mayoría, no producen los efectos terapéuticos deseados. A pesar de ello son muchos los médicos que, por un puñado de euros ‐léase productividad‐ recetan medicamentos de las Subastas.
Repito, me gustaría comprobar si hay alguno de los firmantes que renuncia a la productividad en función de la ética hipocrática de procurar el beneficio del otro o es más importante o prioritaria la defensa animal que la de sus pacientes. Si es así, los espero en esa lucha contra las Subastas que llevamos un grupo de profesionales desde hace años. Si ya lo hacen, si ya renuncian a ese puñado de euros pero quieren participar de la lucha activa, no solo firmando contra el Trofeo de la polémica, ruego se pongan en contacto conmigo.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/158009/el-colegio-de-medicos-de-almeria-ejemplo-de-etica