Hace apenas unos días comentábamos en esta misma columna que la alianza que en materia económica está pergeñando Pedro Sánchez con Podemos iba a ser letal para la economía. Ya la semana pasada adelantábamos algunos indicadores que empiezan a torcerse. La razón no es otra que los bandazos, las improvisaciones y las malas ideas. Anunciar subidas de impuestos como el diésel, Sociedades o IRPF sin saber siquiera si saldrán adelante, ni cuando, es echar inseguridad al fuego. Claro que todo ese fuego no lo está creando el gobierno de Sánchez, pero desde luego la incertidumbre creada en estos 100 días de gobierno no ayuda precisamente a sofocarlo. Más bien al contrario.
Ya hemos comprobado la caída de la confianza del consumidor, las ventas del comercio, la llegada de dinero a los fondos de inversión, el consumo de electricidad. Y, ayer el paro y el empleo. El Ministerio de Trabajo ofreció unos datos de agosto que son los peores en varios años. Concretamente, el paro aumentó como no lo hacía desde 2011 y los afiliados a la Seguridad Social caían como no se veía desde 2008. Agosto es final de temporada turística y los datos no suelen ser buenos. Pero, los de este año son los peores, aún teniendo en cuenta la estacionalidad.
El gobierno de Sánchez vino a poner orden en la economía porque su crecimiento, que ya es menor, era injusto socialmente. El mercado laboral era todo precariedad y bajos salarios. Pues bien, no ha tomado ni una sola medida para mejorarlo. Es más, la renta disponible de las familias es aún menor gracias, por ejemplo, a que el recibo de la luz ha subido en agosto nada menos que un 12,4 por ciento. Por cierto, bajar este coste también era una prioridad. Sepan los jubilados que ya la cesta de la compra, incluida la luz, se ha comido la subida de sus pensiones. Se frena el crecimiento y se frena el empleo. Están avisados.
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