Todos los medios de comunicación nacionales, incluido el telediario de La 1, se han hecho eco la semana pasada de una noticia que parece que va contra corriente: el gigante del agua Agbar fija su sede de nuevo en Barcelona tras su huída a Madrid en octubre de 2017. ¿Supondrá esto –se preguntaban muchos medios- la vuelta de otras empresas, como La Caixa o Banco Sabadell? La noticia sobre la vuelta de Agbar y la interrogante planteada sobre la posible vuelta de otras empresas producía cierto desconcierto, pues la situación política de Cataluña, lejos de mejorar, ha empeorado desde que el binomio Puigdemont/Torra rige los destinos de la comunidad autónoma. Entonces, ¿cómo hay que interpretar este retorno? ¿Cómo es posible que Agbar vuelva a Cataluña “por la estabilidad económica” cuando su salida no fue por esa razón, sino “por la inseguridad jurídica y la incertidumbre política”? Casi todo en esta vida tiene su explicación. Primero, aclaremos los conceptos. Agbar es la marca comercial de la empresa. Ésta, en realidad, es Sociedad General de Aguas de Barcelona, S. A. (en anagrama, Sgab). Pero, para simplificar, sigamos llamándola Agbar. La empresa pertenece al 100 % a Suez Spain, S. L., que, a su vez, depende de un grupo francés, Suez Environnement, S. A. En noviembre de 2015, Suez Spain trasladó su domicilio social de Barcelona a Madrid. En el momento que Agbar se traslada a Madrid dependen de ella varias filiales. Una de estas filiales es Sorea, S. A, que aglutina la participación en varias empresas de aguas de Cataluña, como Aigues de Sabadell, Aigües de Terrassa y Aigües de Barcelona Empresa Metropolitana, entre otras. Ninguna de estas últimas empresas se trasladó a Madrid.
Al poco de trasladarse a Madrid, Agbar/Sgab inauguró su sede corporativa, en la Torre de Cristal, en el complejo Cuatro Torres del Paseo de la Castellana. Esta sede “va a servir de plataforma comercial para toda España de los servicios no regulados, es decir, los que excluyen la gestión del agua”. El pasado 31 julio, poco antes de volver a Barcelona, la matriz de Agbar realizó una escisión de la misma formando Suez Latam. A esta nueva empresa, con domicilio en Madrid, han pasado los activos de la única firma del grupo que cotiza en bolsa, Suez Andina Chile. Entre esta escisión y los activos que en 2015 pasó Agbar a Suez Spain, que eran todos los activos en España excepto los de Catalunya, la filial catalana se ha quedado únicamente con el negocio en aquella comunidad. Que es lo que ha vuelto a Cataluña. El resto sigue en Madrid, bajo el paraguas de Suez.
Una de las últimas intervenciones de Agbar en Almería fue a través de su filial catalana Aqualogy Soluciones Industriales, que realizó en 2012 el proyecto, suministro de equipos, instalación y puesta en marcha de la planta de tratamiento de aguas de las nuevas instalaciones de Cosentino en Cantoria. Suez también ha extinguido esta empresa.
Con la vuelta de Agbar a Barcelona el Gobierno catalán ha transmitido la idea de que se inicia un proceso de retorno de empresas a Cataluña. Nada más lejos de la realidad. Primero, porque la Agbar que ha vuelto es una sociedad diezmada que en nada se parece al gigante del agua. Y, en segundo lugar, porque, lamentablemente, entre enero y junio de 2018 casi 2.000 empresas confirmaron su salida de Cataluña, según la estadística trimestral del Colegio de Registradores.
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