En Almería tenemos un grave problema con nuestro patrimonio y con el modelo de ciudad al que se aspira. El modelo es que no hay modelo salvo la búsqueda de beneficio económico inmediato para los cuatro de siempre, preferiblemente constructoras. Valga como ejemplo la demolición urgente del Toblerone hace unos años ante la posibilidad de que el movimiento a favor de su conservación consiguiera que se declarara BIC. Todavía resuenan los insultos y acusaciones de demagogia contra el movimiento por parte de los voceros a sueldo del PP por decir lo que finalmente ha sucedido: que iban a demoler un símbolo icónico único de nuestra ciudad, con mil y una posibilidades, para construir en el solar viviendas de lujo.
Teníamos razón, pero el Toblerone ya no existe. No hay modelo salvo el pelotazo. Ahí está la construcción del nuevo centro comercial en Torrecárdenas, que va a despoblar de comercios el Paseo y a convertir el CC Mediterráneo en un fantasma. El único plan de ciudad ahí es el dineral que se van a llevar las constructoras y el cebo de la creación puntual de empleo precario. Y así hay multitud de ejemplos, a ratos desesperantes. Con la Plaza vieja nuestro Alcalde quería hacer una operación que cambiase la actual por una sin árboles y sin Pingurucho, para que hubiera más espacio para las terrazas de los bares, dado que eso, según la concejala, es signo de progreso. La obra sería un nuevo pelotazo para alguna empresa amiga y los empresarios de la plaza verían aumentados sus negocios. Pero resulta que el entorno está protegido como BIC y de momento los árboles se quedan, y espero que también lo haga el Monumento a los mártires de la Libertad, cuya resonancia semántica frente al Ayuntamiento es indiscutible.
La tala de los árboles la ha parado una comisión técnica de la Junta y aunque cabría preguntarse si el dictamen hubiera sido el mismo si el proyecto hubiese sido de un gobierno del mismo color político, el caso es que ha sido parada, y responde además a una demanda ciudadana: concentraciones, manifiestos y recogidas masivas de firmas pedían algo que es de sentido común: que en una ciudad los árboles nunca sobran, que en una ciudad con las horas de insolación de Almería arrancar árboles para poner mármol y toldos es una estupidez suicida; y además ha resultado que legalmente estaban protegidos.
Me permito desde aquí felicitar a toda la gente que se movilizó para conseguir esto y pedirle al gobierno municipal que recapacite. Porque aún queda el tema del Pingurucho, cuya protección se puede sobrentender en la resolución de la comisión pero que no está explícitamente protegido. El Parlamento Andaluz aprobó, sin el apoyo del PP, claro, una Proposición no de Ley presentada por Podemos que instaba al Gobierno de la Junta a declarar BIC ese monumento. Esperemos que el Gobierno cumpla con la petición, así tendríamos la certeza de que se respetaría.
No obstante, cualquier intervención en ese monumento o en el entorno deberá contar con la aprobación de la misma comisión que ha impedido talar los árboles. Creo que esta vez los planes no le han salido bien y que ni siquiera van a poder aplicar la política de hechos consumados que tanto daño irreversible ha hecho a nuestro patrimonio. Aún están a tiempo de ir a la plaza y sentarse bajo la sombra verde de los árboles a pensar qué modelo de ciudad desean, una que sea mejor, más amable, habitable y moderna, que mire a los barrios y se quiera, que se proteja. Mientras tanto seguiremos vigilando.
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