Para llegar a la conclusión del titular de este artículo, situémonos en los antecedentes. Elecciones al Parlamento de Cataluña de 2017. Ciudad de Barcelona. Resultados: partido ganador, Ciudadanos, con 219.000 votos (23,96 %), casi 28.000 votos más que el segundo partido más votado y más de tres puntos de ventaja. ¿Qué posibilidades hay de que el partido de Albert Rivera sea también el ganador de las elecciones municipales de 2019? Muchas. Si no todas, sí muchas. Cuestión distinta sería después si ese triunfo sería suficiente para alzarse con la alcaldía que ahora ostenta Ada Colau. Pero ese es asunto aparte que ya habría que verlo.
Viendo la posibilidad de esa victoria, Ciudadanos da un golpe de efecto, un golpe maestro: presenta nada menos que a quien ha sido primer ministro de Francia, catalán y barcelonés de origen, Manuel Valls, como posible candidato a la alcaldía. Rivera y el propio Valls anuncian que la decisión no es definitiva, que el francés adoptivo se lo está pensando. Pero todo el mundo sabe que cuando un anuncio como este se escenifica de esa forma es porque la decisión es definitiva, o sea, que Manuel Valls va a ser candidato en las elecciones locales por la ciudad de Barcelona. Para mayor constatación de esa realidad, también se sabe por esos días que Valls rehace su vida sentimental con una señora que, miren por dónde, reside en Barcelona.
Cuando Ciudadanos se relamía los labios por el ‘pelotazo’ electoral, Manuel Valls se saca un conejo de la chistera: va a ser candidato a la alcaldía de Barcelona… pero no por Ciudadanos, sino por eso que llaman ahora ‘Plataforma electoral’ que no es otra cosa que una Agrupación de Electores de las de toda la vida, una candidatura de personas independientes. Lo hace, dice, para que se sumen a la lista personas de todos los partidos y sensibilidades. Nadie duda de que las miradas van dirigidas, además de a Ciudadanos, al Partido Socialista y al Partido Popular. Estos dos partidos, que no se han caído del guindo, se apresuran en la respuesta: concurrirán con sus propias siglas.
¿Y Ciudadanos? Ciudadanos ha pecado de ingenuo. Ha quedado atrapado por la red de Manuel Valls, que, por si no se sabía, ha vuelto a recordar que él es un socialdemócrata de toda la vida. ¿Cómo es posible que Ciudadanos haya renunciado a una candidatura propia, es decir, a un buen puñado de concejales, si es que no a la victoria, para apoyar una candidatura ajena?
Mi impresión es que Manuel Valls le ha metido un gol al ciudadano Albert Rivera. Un gol por la escuadra, del mismo estilo de los que dice la ministra Magdalena Valerio que le meten a ella. Tan es así que en el acto de presentación de la candidatura de Valls la representación de Ciudadanos se limitó a un cargo de tercera categoría. No estaban ni Albert Rivera ni Inés Arrimadas.
La bisoñez es una cosa y la ingenuidad es otra. En este caso, no sé si Ciudadanos ha pecado de bisoño o de ingenuo. O de las dos cosas a la vez. Sí, ha sido de las dos cosas a la vez. No me extraña que, vista la trampa en la que han caído, rectifiquen. Tiempo hay.
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