He descubierto que soy un boomer. Nací en 1946 y por consiguiente pertenezco a la Generación de los Baby Boomers los nacidos en las décadas de los 40 y 50). La guía para este descubrimiento es el libro “De Estraperlo a postureo. Cada generación tiene sus palabras” (Larousse Editorial, Vox, 2017), de la periodista Mar Abad. Se trata de un análisis interesante y singular, a la par que sorprendente, sobre cómo cada generación joven configura su propia jerga y establece las reglas para una vía oficial de información y relaciones, imponiendo su hegemonía y estableciendo claves de futuro. Según el estudio de Mar Abad, “la generación joven es la protagonista de cada época y la que con sus rasgos le da la identidad”.
Las generaciones objeto del libro se configuran en los estudios de los historiadores William Strauss y Neil Howe, citados por Mar Abad. Y de ahí el retrato de las cuatro generaciones constructoras de las palabras que definen sus rasgos de identidad: Generación silenciosa (nacidos entre 1925 y 1942); Baby Boomers (nacidos entre 1943 y 1960); Generación X (nacidos entre 1961 y 1981); Los Milenials (nacidos entre 1982 y 2004); Generación Z (nacidos a partir de 2005). Cada generación desarrolla su identidad en las décadas siguientes. Así los Milenials dominan en la actualidad. Y la Generación Z mira al futuro que se aproxima. “Es en su juventud cuando una generación deja la impronta de su personalidad en la historia y cuando los miembros sellan los rasgos de identidad que los definirán el resto de su vida y lo habitual es que, después, en la madurez, tomen el control de la sociedad y ocupen los puestos de poder”.
Y en el desarrollo generacional, la juventud establece de forma improvisada y espontánea sus signos y símbolos, construye palabras que circulan por los distintos caminos de cada generación. Desde el lenguaje oral al ciberespacio.
Y las palabras siempre están ahí, de forma permanente. Según Mar Abad, “las palabras se sienten, se viven, se mastican, se saborean. Las palabras emocionan y las palabras duelen. Tienen el poder evocador de un aroma y los referentes que cada hablante, cada generación le quiera dar”. De esta manera el estudio de Mare Abad me informa quepalabras de mi generación, de los baby broomers, son, entre otras: niqui, guateque, chica yeyé, rock, twist, seiscientos, picú, vaqueros, minifalda, bikini, teleclub, hippie, la movida, cheli, pasar, buga, molar, quinqui, rollo, destape, transición.
El estudio de Mar Abad se ha construido a base de una profunda y exhaustiva investigación, por donde han transitado libros, grupos musicales, revistas, publicaciones varias, el cine, con películas que marcan la interpretación de cada realidad generacional, que son imprescindibles. Para ello es clave la referencia de la información.
Y aquí comparece la tesis de Marshall Mcluhan; “El medio es el mensaje”. Se explica, por ejemplo, la realidad de mi generación y de la silenciosa, con la revista satírica La Codorniz (muy citada), los tebeos (Pulgarcito, El Capitán Trueno, El Guerrero del Antifaz). Hay películas claves como Calle Mayor, de J. A. Bardem, El extraño viaje de Fernando Fernán Gómez. En cambio Abad no cita una película que marca a mi generación Los 400 golpes, de Truffaut, aunque esta ausencia no deja de ser más que una anécdota.
Hay novelas de referencia: Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, Historias del Kronen, de José Ángel Mañanas, que fue llevada al cine. En este proceso lineal, cada obra va invadiendo a las distintas generaciones y se acomoda en cada tiempo histórico, aunque las interpretaciones puedan evolucionar. El desfile generacional sitúa en la primera dimensión, por ejemplo, a Los Beatles, Dúo Dinámico, Alaska y Dinarama, Pedro Almodóvar, Ramoncín, Toni Casal, aunque no aparecen referencias a los cantautores.
Hay un inicial momento decisivo con la Generación X, cuando todo se hace informal y surgen nuevos uniformes, el chándal es la principal imagen. Ya están los ordenadores en cada espacio interior. Esto hace irremisible la llegada de los Milenials, “la comunicación dejó de ser una opción para convertirse en una forma de vida”. Es el momento de los Ninis y de la Posverdad. Y este camino conduce a la actualidad más cercana con la Generación Z: “Constituye la primera generación nativa digital de la historia. Son los primeros que al nacer antes de abrir los ojos, ya les apuntaba la cámara de un móvil a la cara; son los primeros que tuvieron en sus manos un smartphone antes de aprender a andar… El lenguaje de los Z es un espejo del lenguaje de Internet… Es una generación visual”.
Y en este momento estamos en el tiempo de los independientes y autodidactas, de cara a aun futuro que puede resultar explosivo, enigmático e imprevisible y que puede generar nuevas rebeldías. Y Mar Abad nos pone sobre aviso: “Estén preparados porque estrenamos un mundo en el que cualquier individuo puede crear, modificar y transmitir información… Un mundo en que nacerán palabras fusionadas de idiomas humanos y lenguajes de máquinas”.
Y más allá del futuro no es difícil imaginar una realidad similar al final de Farenheit 451, de Ray Bradbury, novela también llevada al cine. En este nuevo futuro imaginario y posible, miles de seres humanos, escondidos, en la clandestinidad, perseguidos por los robots, se aprenden de memoria los distintos idiomas con palabras ancestrales en castellano, vasco, catalán, gallego…, para garantizar la libertad de las palabras vivas en los idiomas del planeta.
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