El patriota

Antonio Felipe Rubio
00:02 • 19 oct. 2018 / actualizado a las 08:00 • 19 oct. 2018

El necesario y variopinto apoyo que necesita el Pedro Sánchez  para aprobar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) arroja una percepción de afinidades entre el PSOE y colaboradores tan “patriotas” como los presos por intento de destrucción del país y otros condenados por terrorismo. Nunca hemos estado en mejores manos que ahora con estos compinches. Y, como ya viene siendo habitual en la distribución de carnés de progresistas y fachas, el PSOE ha redoblado la expedición de marchamos y ha definido a los críticos de los PGE como “antipatriotas”. Ahora, Pablo Casado y Albert Rivera son “antipatriotas”.   


Patriota: “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”. Esta definición de la RAE no alberga dudas. Sólo hay un problema, ¿qué es la patria? Si “nación” es para la izquierda moderada un concepto “discutido y discutible”, ya no les digo qué concepto de “patria” tiene esa izquierda machihembrada con los radicales del comunismo populista, amigos de los terroristas etarras e independentistas autores del intento de golpe separatista. 


Les seré sincero. Estoy convencido de que Blas de Lezo era un patriota; Álvaro de Bazán era un patriota; Agustina de Aragón era una patriota… y, también, Hitler era un patriota; Mussolini era un patriota; Franco era un patriota; Stalin era un patriota … y Maduro es un patriota; Kim Jong-un es un patriota… y otros cientos de gobernantes que ostentan el poder con nítido ejercicio de despotismo, privación de libertad, miseria y desgracia para sus ciudadanos, todos, tienen la convicción de ser más patriotas que nadie y de que están en el poder por “amor a su patria y procurando su bien”. ¿En qué se diferencia el “America first” de Trump de las actuales políticas occidentales practicadas en la UE por parte de Orban, Salvini o Putin? El Brexit, para los británicos poco avisados, también es la máxima expresión de patriotismo. 



Ningún gobernante ha decidido por convicción propia reconocer su fracaso y, consecuentemente, retirarse del poder para no continuar con el deterioro. El fracaso, visto desde la perspectiva del poder, siempre es sobrevenido por efectos perniciosos de la oposición y los denominados “antipatriotas”, que simplemente lo son porque critican o disienten. El gobernante que conduce al desastre sólo valora sus propios intentos patrióticos para la sociedad aunque la lleve a la ruina y, si algo se le interpone, depura y extermina las amenazas; en el mejor caso, asesta la muerte civil o el señalamiento antipatriótico. Y si la amenaza es seria y persistente, la respuesta le induce a convertirse en líder indiscutible o deidad a la que se le debe la propia existencia del pueblo.      


Zapatero estaba convencido de hacer lo mejor para su patria cuando negó la crisis y nos hizo perder dos años y miles de millones de euros para asegurar su permanencia en el poder. Acusó a los críticos de alarmismo y anti patriotismo por avisar de los irremediables daños que la crisis infligiría de no tomar medidas a tiempo. La insensatez de Zapatero -a mi entender, traición- supuso un daño que todavía seguimos pagando. Pero ese desastre llamado ZP jamás antepuso los intereses generales a sus intereses sectarios que le ayudasen a seguir en el poder. En definitiva, si nos atenemos a los hechos, Zapatero es uno de los mayores antipatriotas de la historia contemporánea, un dirigente que ocultó la crisis y despilfarró lo indecible en ocurrencias tan atrabiliarias como el Plan E y otras averías de difícil reparación para empresas, familias y a la nación, patria, país o al concepto discutido y discutible en el entorno de su exitosa “Alianza de Civilizaciones” en un “¡país de colores, coño!



Otro vendrá que bueno te hará. Qué verdad entraña el refranero. Hoy, cuando usted lea estas líneas, el líder de Podemos estará a punto de entrar o habrá salido ya de la cárcel en la que se encuentra preso el preventivo acusado de rebelión (¿habrá mayor apelación al anti patriotismo que el golpismo?). Pablo Iglesias, investido como plenipotenciario edecán de Pedro Sánchez, visita a este recluso separatista para, a cambio de lo que le pida el Oriol Junqueras, obtener el apoyo a los Presupuestos Generales del Estado. Jamás se ha abaratado tanto el patriotismo desde que nuestra riqueza nacional cae en las manos de los que pretenden derrocar la Corona y desmembrar la Nación española. Cuando lea estas líneas, en un peculiar “vis a vis” carcelario estos dos dirigentes políticos habrán decidido cómo emplear el dinero de su IRPF, el impuesto de su combustible, el IVA de su trabajo como autónomo, la enseñanza de sus hijos, su atención en los centros de salud, su jubilación… En definitiva, el fruto de nuestro esfuerzo común como nación entrará en serio riesgo; sin olvidar las “compensaciones” en justiprecio por esta inmunda almoneda de bienes y prebendas a las que nos conduce un gobierno que se afana (del verbo afanar. Dejo a la intuición del lector el modo verbal y acepción más adecuada) en persistir en el poder, sea como sea y cueste lo que cueste; exactamente la misma historia que con ZP, pero con acompañantes de reparto más tóxicos y antipatriotas de probada y exhibida catadura.




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