Envolverse en la bandera

Podremos discutir la oportunidad o la comparación empleada por la ex ministra García Tejerina para hablar de la Educación Pública en Andalucía, pero lo que no admite debate es comprobar que después de 36 años de aplicación del modelo educativo socialista, nuestra comunidad aparece siempre a la cola de los índices evaluadores de la calidad educativa en España y Europa. Y eso por no hablar de las caracolas o de los sueldos de los maestros.

Naturalmente, somos muy libres de decidir si queremos que las cosas sigan igual o que se apliquen nuevas recetas y nuevos modelos de gobierno, pero no quiero hablarles hoy de eso, sino de lo que oculta la bandera andaluza en la que la presidenta Susana Díaz se ha envuelto, como la Isadora Duncan de Triana, para colocarse en posición de demi-plié e interpretar su famoso ballet “Yo soy Andalucía”. Habrá quien no comparta esta idea, pero yo creo que recordar lo que dicen los organismos evaluadores sobre la Educación en Andalucía no es un insulto, mientras que otros comportamientos que están tapados ahora entre los pliegues de la blanquiverde sí que constituyen una auténtica afrenta a todos los andaluces.

Por ejemplo: ¿ha habido en la Junta de Andalucía una fuente inagotable de dinero público encauzada hacia fines delictivos? Eso es lo que investiga ahora mismo un juzgado sevillano que pretende averiguar si el Instituto de Fomento de Andalucía (IFA), llamado más tarde agencia IDEA (se cambia el nombre y se borra el rastro, piensan), recibió dinero de todas las consejerías hasta superar los 4.315 millones de euros en una década. Léanlo ahora en pesetas: 718.000 millones. Y piensen también  en todas las obras retrasadas, ralentizadas o simplemente no hechas en Almería por la Junta de Andalucía y calculen todo lo que podría haberse hecho con un dinero que la Unidad Central de Operaciones de la Guardia Civil estudia si ha sido robado. Puede que a usted no, pero ese tipo de cosas a mí sí que me parecen un insulto. Y de los gordos.