La Ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha recomendado a los bancos y a las grandes empresas que apliquen la “inteligencia emocional” (sic) para que entiendan que el nuevo impuesto -no diga regeneración; diga atraco- de transacciones financieras les permitirá recuperar la mala imagen que tienen por el papel que jugaron durante la crisis, en la que no tuvieron, según la señora ministra, la contribución que debieron de tener. Es decir, que después de generar con sus derroches y extravagancias un escenario perfecto para el estallido de la crisis económica, los socialistas se inventan ahora un impuesto para que los bancos y las empresas se rediman ante la gente como únicos culpables de una crisis en la que, digo yo, algo tendría que ver el gobierno socialista que proclamaba que la economía española era de “championslig”. Por otra parte, lo de apelar a la inteligencia emocional se está convirtiendo en un recurso escénico para revestir de categoría psicológica aquello que el sargento resolvía en los viejos chistes de la mili anunciando a la tropa que había popó para comer, ponderando después los valores nutricionales del excremento. ¿Qué sabe la señora Montero de inteligencia emocional? Recordemos que, como Consejera de Hacienda, ella fue la que propuso que en lugar de acabar en Andalucía con el robo del impuesto de Sucesiones, éste acabase aplicándose en el resto de España, como si las demás comunidades también necesitasen saquear a los contribuyentes para sufragar una administración paralela en la que colocar amigos, afines y adheridos. Del mismo modo, es imposible olvidar que doña María Jesús fue la encargada, como Consejera de Salud, de colocar en 2011 la primera piedra del Hospital Materno Infantil que la Junta anunció en 2007 para Almería y que en 2018 sigue en obras. Me temo que los que se creyeron el tema y se compraron un chupete ya no se chupan el dedo. Eso también es inteligencia emocional.
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