La madurez democrática de una sociedad se explica, también, en la capacidad de entender las campañas electorales como procesos teatralizados en los que, bajo circunstancias concretas, se puede admitir que el mensaje se exagere o se imposte en beneficio propio. Pero todo hasta cierto punto. Lo que resulta intolerable es el desparpajo en la falsedad evidente, como hemos visto hace unos días en una entrevista a la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, publicada por Ideal, en las que decía: “He cumplido todos mis compromisos con Almería”. Eso, que es tan verdadero como decir que en Almería jamás se comen migas cuando llueve, nos lleva a dos cuestiones. La primera es saber qué razones empujan a una política veterana a decir que ha cumplido todos sus compromisos, cuando la experiencia nos indica que jamás se termina de completar el catálogo de peticiones atendidas y ofertas realizadas. Y la segunda es saber qué le hace pensar a esta señora que los almerienses somos idiotas. No sé si la medida se la darán sus compañeros locales, que a todo asienten y que carecen del valor para pedir a su querida presidenta que no venga a Almería a decir esas cosas, porque luego son ellas y ellos los que tienen que dar la cara. Si teniendo como tiene el Materno Infantil, el Cable Inglés, la Autovía del Almanzora, el Castillo de los Vélez, la Alcazaba, la Casa del Mar, etcétera, es capaz de decir que ha cumplido con Almería, cabe pensar entonces en lo que Juan Moisés de la Serna, Doctor en Psicología, explica como un claro caso clínico: “Los mentirosos patológicos -dice- falsean la realidad como vía de escape para obtener atención e incluso admiración, y entran en un círculo vicioso que les acaba dejando solos en el laberinto de sus mentiras.” Pues dicho queda.
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