El sectarismo es la intolerancia, discriminación u odio que surgen al dar importancia a las diferencias sociales, políticas o religiosas. Y a lo mejor estoy equivocado, pero cada vez me resulta más complicado no traducir como un zafio ejercicio de sectarismo la negativa del Ministro de Fomento, José Luis Ábalos, a recibir al Alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, para conocer la marcha de proyectos de infraestructura tan importantes como el AVE, el futuro de la Estación de Ferrocarril o la segunda fase del soterramiento. Y digo que es sectarismo porque el señor Ábalos ya ha tenido ese mismo tipo de encuentros con otros alcaldes que quieren conocer el detalle de proyectos relativos a su ciudad. El hecho diferencial, de ahí mi apreciación de sectarismo, es que todos esos cargos militaban en el PSOE, partido del que el señor Ábalos es Secretario de Organización. Si tenemos en cuenta que el Alcalde de Almería solicitó esa entrevista en junio y que en estos cinco meses el Ministro ha visto a numerosísimos alcaldes de media España, explicando que no tenía tiempo de ver al de Almería, podemos comprobar que para el ministro de Fomento la militancia política es un factor que condiciona la prioridad de su agenda. Y eso, además de sectario, es miserable. Y lo es porque los proyectos sobre los que el alcalde quiere hablar no son proyectos del alcalde, ni del partido del alcalde, ni de nadie salvo de todos los almerienses, que son los únicos afectados por esa muestra de roñosa mezquindad. Y eso es lo que les pasa a todos los sectarios, que no saben dónde está la línea que separa la política de la dimensión institucional. Y voy más lejos: llevar un ministerio con criterios partidistas, tal como está haciendo el señor Abalos, es una cacicada de corte decimonónico que no se merecen ni Almería, ni el partido al que pretende defender con aires y formas de señorito de casino rural.
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